A diario muchas personas ingresan a la emergencia improvisada para covid-19 en la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera (CHET) de Valencia, estado Carabobo. Aunque algunos no tengan un diagnóstico certero que les permita ser atendido como un paciente con coronavirus, igual son llevados esa área. Según testimonio de familiares de contagiados, a diario fallecen entre 5 y 10 personas, lo que les hace preguntarse: ¿Quién sobrevive en la CHET?
Era 19 de agosto de 2020. A Antonio* le comenzó una fiebre repentina, pero anímicamente estaba muy bien. Ante el miedo de estar contagiado de coronavirus, subió a su vehículo y condujo, acompañado de su novia, hacia la Chet. Llegó directo al área para pacientes con el virus. Luego de un chequeo, el médico le indicó que lo suyo era una neumonía y lo remitió a la emergencia de adultos. Otro doctor difirió del primer diagnóstico y lo regresó a la Maternidad Hugo Chávez, donde ahora son atendidos pacientes con covid-19.
Antonio, de 52 años, nunca había estado hospitalizado, pero esta vez le tocó aunque no había un diagnóstico claro. Durante los próximos 15 días se sintió bien. De hecho, esperaba que lo dieran de alta, pero de un momento a otro todo cambió. Una enfermera se asomó a la puerta y llamó a los familiares:
— La saturación está muy baja. Debemos intubarlo.
Los hijos de Antonio “corrieron” a conseguir todo lo que les pidieron. Incluso, una bombona de oxígeno.
— A las 7:00 pm lo intubamos, les informaron.
La familia ya tenía todo listo. A Antonio le seguía bajando la saturación.
— No hay cama para ingresarlo a UCI, les informan nuevamente.
Ya era 1° de septiembre . Antonio tenía varias horas esperando por un cupo en la UCI. La familia empieza a impacientarse, así que la novia propone al personal médico que le permitan el ingreso para atender a Antonio, incluso, a los pacientes que necesitaran de su ayuda como enfermera, pero no se lo permitieron.
— El ventilador está dañado, les avisaron.
Antonio seguía esperando. A las 2:58 am envía una nota de voz a su novia, que luego reenvió a su hijo:
—Estaba pensando esto: mejor habla mañana con cualquier médico, tú eres personal médico, yo me consigo una bombona y me continúo el tratamiento en la casa. Cuadra eso mañana, por favor.
Un par de horas después, aún con la saturación baja y sin orden de alta, envió otro mensaje: “Dios los bendiga. Vénganme a buscar”.
— ¿Y tú cómo te sientes? Se te escucha la mejor voz, le responde su hijo.
— Pero aún estoy agitado, fue el último mensaje que envió.
El personal médico, ahora, notificaba que estaban desinfectando la UCI para ingresar a Antonio. La saturación y el tiempo era tan valioso como el oro. A la familia le abrumaba ver a los médicos residentes tomándose fotos mientras los pacientes ameritaban ser atendidos debido a las condiciones críticas en las que se encontraban.
Era 2 de septiembre y Antonio seguía sin ser intubado. La suturación llegaba a 70. La familia se reunía en la ventana de la habitación donde podían verlo desde afuera. El cristal parecía servir de muro entre la vida y la muerte. Del otro lado, Antonio debió pasar momentos con cadáveres que no eran retirados, como han denunciado otros familiares anteriormente.
El desespero por buscar atención médica, llevó a los hijos de Antonio a pagar en moneda extranjera a un representante de la salud en el hospital. “Le sobaba la espalda, como en los pulmones. Le echaba aire con un cartón. No se sintió solo, al menos, en sus últimos momentos”, contó su hijo, cuya identidad se resguarda.
Esa madrugada llovió mucho en Valencia. Desde su carro, el hijo de Antonio vio a una enfermera asomarse a la puerta en dos oportunidades. Como buscando a alguien. El muchacho se acercó.
— ¿Usted es familiar del señor Antonio? Sabe que la saturación le bajó mucho. Le pusimos unos medicamentos para ver si resistía hasta las 7:00 am, que era cuando podía intubarlo, pero no resistió. Le dio un paro respiratorio, notificó la enfermera.
La familia de Antonio está consciente que en los hospitales no hay insumos y el sueldo de los médicos lo consume la inflación, pero también está convencida que falta calidad humana. Creen que ingresó por neumonía, pero se contagió de covid-19 en el hospital y eso agravó su cuadro. Murió, como muchos, esperando el resultado de la prueba PCR.
Este martes les entregaron las cenizas de Antonio. Su madre intenta reponerse ante la pérdida y la tristeza que le dejó no poder despedirse de su hijo. Ahora, solo les queda el recuerdo de las fotos de aquel hombre que le gustaba participar en maratones y hacerla de catcher en el equipo de béisbol con el que acostumbraba a jugar los fines de semana.
Un día antes que Antonio ingresara a al Chet, Cesar* murió en el mismo lugar. Tenía síntomas asociados al Coronavirus.
“A diario venía cuando sacaban 10 cadáveres, algunos días hasta más, y ninguno de esos fueron anunciados en cadena”, relató la hija de César.
En ambos casos, no han sido ingresados en las cifras oficiales como personas fallecidas a causa del virus en Carabobo.
Según Médicos Unidos, en Carabobo han muerto seis doctores a causa del Coronavirus. El último fue el doctor Víctor Lugo, quien murió este martes, luego de varios días intubado en la UCI de la Chet, donde trabajaba como internista intensivista.
Mientras, los hospitales y centros centinelas continúan colapsados de pacientes infectados. En las calles, sobre todo en las zonas populares, los habitantes poco acatan las medidas de bioseguridad y distanciamiento social, como desafiando al virus que ha cobrado la vida de 890.000 personas en todo el mundo.
*Los nombres de los entrevistados fueron modificados para proteger su identidad.