Pocos días después recibir el birrete rojo de manos del papa Francisco, el 30 de septiembre de 2023, el cardenal norteamericano Robert Francis Prevost lamentó tener tan poco tiempo libre. “Me considero un gran aficionado al tenis”, contó en una entrevista el arzobispo emérito de Chiclayo. “Desde que dejé Perú tuve pocas ocasiones de practicar, así que estoy deseando volver a las canchas”. Pero parece poco probable que a sus 69 años, y tras el giro copernicano que experimentará desde hoy su vida, vuelva a tener la oportunidad de pulir sus tiros bajo el nombre de León XIV.
Tuvieron que pasar 266 papas para que finalmente el trono de Pedro fuera ocupado por un norteamericano, algo que parecía imposible. Nacido en Chicago y con ciudadanía peruana por su trabajo de casi 20 años en el país sudamericano, Prevost hizo historia al convertirse hoy en el primer pontífice de Estados Unidos y el segundo del continente americano, luego de ser electo por la mayoría de los cardenales en el cónclave para suceder al fallecido Jorge Bergoglio.
Mientras la Iglesia se debatía entre continuar con la agenda inclusiva de Francisco o volver a una senda doctrinal conservadora, los partidarios de este cardenal agustiniano lo presentaron como una alternativa equilibrada entre los papables, capaz de manejarse entre las alas progresistas y conservadoras que han generado profundas divisiones y luchas internas.
Alineado con los ideales de Francisco, Prevost fue prior general de los Agustinianos y obispo de Chiclayo, en el noroeste de Perú, donde fue designado en 2014 por el papa argentino. Como señal de su máxima confianza hacia este cardenal, fue en 2023 que Francisco lo llevó a la curia romana para estar al frente de uno de los “ministerios” más importantes del Vaticano: el Dicasterio para los Obispos, un cargo clave en la estructura de la Iglesia por ser el que se encarga de la selección de obispos en todo el mundo.
Prevost veía su tarea como la de identificar a hombres que encarnaran los ideales de Francisco. Al frente de esa poderosa institución, fue testigo también de las pugnas de su mentor papal con los conservadores católicos. Su rol de “descubridor” de obispos y su fuerte impronta sudamericana durante el papado de Francisco hicieron que mantuviera un contacto continuo con la jerarquía eclesiástica alrededor del mundo.

El cardenal norteamericano se asemeja a su predecesor en su fuerte compromiso con los pobres y los migrantes, y en ir a su encuentro, como pregonaba Francisco. “El obispo no debe ser un principito sentado en su reino. Está llamado auténticamente a ser humilde, a estar cerca de la gente a la que sirve, a caminar con ellos, a sufrir con ellos”, señaló el año pasado. Bergoglio también lo designó como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina gracias a su gran conocimiento sobre la realidad y las periferias de la región.
A la hora de elegir al nuevo papa, tal vez los cardenales hayan tenido cuenta otro factor clave: Estados Unidos tiene la cuarta mayor población católica del mundo, con más de 72 millones de fieles (un 20% de la población). Un pontífice originario del país más poderoso del mundo podría darle ahora al Vaticano una influencia inusitada en un mundo turbulento, marcado por las guerras, los conflictos y las disputas políticas.
Hay quienes destacan que la figura de Prevost emergió como un sólido papable por combinar lo mejor de dos mundos: la eficacia organizativa y el pragmatismo de Estados Unidos –donde nació- y la sensibilidad pastoral latinoamericana –donde se curtió-, un pilar para continuar la senda de Francisco. Y, destaca el sitio especializado en información religiosa Reunión Digital, el cardenal podría erigirse en un “muro de contención” frente al presidente Donald Trump, cuyas duras posturas sobre la migración -que lo enfrentaron a Bergoglio- “conoce a la perfección”.
Ahora, desde su nuevo rol como líder de la Iglesia, Prevost podría ser el impulsor de un cambio de paradigma allí. “Es una figura moderada y equilibrada, conocida por su sólido criterio”, señaló antes del cónclave The Catholic Herald. Y destacó que cumplía tres condiciones claves que buscaban los otros 132 cardenales electores: representar bien la fe, cintura para compartir el “escenario global” con los líderes políticos y tener la capacidad de hacer frente a la situación financiera del Vaticano.
El diario italiano La Repubblica lo calificó como “el menos estadounidense de los estadounidenses”, por la moderación de sus palabras.
Seguidores del cardenal norteamericano dijeron que esperaban que continuara el proceso consultivo iniciado por Francisco para invitar a los laicos a reunirse con los obispos. “Sé que cree que todo el mundo tiene el derecho y el deber de expresarse en la Iglesia”, expresó a The New York Times el reverendo Mark R. Francis, un excompañero de clase de Prevost que dirige la rama estadounidense de los Clérigos de San Viator, una orden religiosa.
Luego de la muerte de Francisco, Prevost avisó que aún quedaba “mucho por hacer” en la transformación de la Iglesia. “No podemos parar, no podemos retroceder. Tenemos que ver cómo el Espíritu Santo quiere que la Iglesia sea hoy y mañana, porque el mundo de hoy, en el que vive la Iglesia, no es el mismo que el mundo de hace 10 o 20 años”, dijo a Vatican News. Y subrayó que su predecesor dejó un mensaje fuerte a las autoridades mundiales de que es necesario ir “hacia adelante”.
Prevost conoció a Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires, con encuentros en sus viajes al país. “En los tiempos en que yo era prior general de los agustinos, varias veces, durante las visitas a mis hermanos en la Argentina, cuando él era todavía cardenal, tuve ocasión de conocerlo y hablar con él, informalmente y sobre asuntos más institucionales”, recordó.
Francisco lo nombró en 2014 administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo, en Perú. Fue elevado al episcopado en 2015 y se convirtió en obispo de Chiclayo. Fue en ese año que obtuvo la ciudadanía peruana, algo que aumentó la expectativa en el país sudamericano por sus posibilidades de ser pontífice. El Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) de Perú confirmó en los últimos días que la institución tiene registrado como ciudadano a Robert Prevost. “Su DNI se encuentra vigente desde 2015”, afirmaron.
Durante su tiempo en ese país, también desempeñó un papel activo en la Conferencia Episcopal Peruana, al servir como segundo vicepresidente y miembro del consejo permanente entre 2018 y 2023. Como obispo de Chiclayo, se opuso a un plan del gobierno para añadir enseñanzas sobre género en las escuelas. “La promoción de la ideología de género es confusa, porque pretende crear géneros que no existen”, declaró a medios locales.
Aunque en Perú muchos lo elogian por apoyar a los inmigrantes venezolanos y visitar comunidades remotas, el cardenal en un momento quedó en el ojo del huracán por denuncias de presunto encubrimiento de sacerdotes acusados de abusos sexuales.
La diócesis de Chiclayo negó categóricamente todas las acusaciones, y apuntó a que la renovada campaña de desprestigio contra Prevost previa al cónclave estaba relacionada con la salida -presentada como renuncia- de José Antonio Eguren, exarzobispo de Piura y miembro destacado del movimiento católico ultraconservador Sodalicio de Vida Cristiana (SCV), con base en Perú y disuelto en enero pasado por decisión de Francisco por casos de abusos y maniobras financieras opacas.
Sobre los casos abusos que sacudieron a la Iglesia, el cardenal norteamericano reclamó “ser transparentes y acompañar a las víctimas”.
Cactus24 (08-05-2025)
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