En la exuberante selva maya del norte de Guatemala, en el área protegida más grande de Centroamérica, una treintena de líderes de la Amazonía colombiana aprenden y comparten estrategias con campesinos guatemaltecos sobre cómo vivir del bosque sin destruirlo.
Al pie de altos y frondosos árboles de caoba y cedro, en la Reserva de la Biosfera Maya, el grupo explicó sus prácticas de protección de la selva y exploró el modelo de concesiones que implementa desde 1994 en Guatemala el estatal Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP).
El proyecto guatemalteco consiste en lograr un equilibrio mediante el cual las comunidades reforestan, cortan árboles maderables de forma controlada, cultivan granos y hortalizas, recolectan plantas ornamentales, y desarrollan el turismo de bajo impacto.
“Esto garantiza que las comunidades obtengan recursos económicos que también son invertidos acá para la conservación”, dice a la AFP Sergio Balan, director regional del CONAP, en el municipio de Melchor de Mencos, cerca de la frontera con Belice.
La Reserva de la Biosfera Maya abarca 2,1 millones de hectáreas y colinda con México y Belice. Cada año, su flora y fauna es amenazada por incendios, la deforestación para fines agrícolas y ganadería, entre otros riesgos, incluido la incursión del narcotráfico.
En ese territorio se hallan cientos de sitios arqueológicos, como la antigua ciudad maya de Tikal, uno de los principales sitios turísticos de Guatemala y adonde acudieron los visitantes, miembros de los Núcleos de Desarrollo Forestal y de la Biodiversidad de la Amazonía colombiana.
En la reserva y cerca de Tikal también emerge el parque prehispánico de Uaxactún, donde ambos grupos participaron de una ceremonia maya con fuego atizado con velas y resina de árboles.
Los líderes colombianos, cuya visita se prolongó por una semana, destacaron de su lado los logros en la reducción de la deforestación en la Amazonía colombiana entre 2021 y 2023, en 61% según datos del Ministerio del Abmiente de Colombia.
“De campesino a campesino
En la actualidad hay 16 concesiones activas que ayudan en la conservación de casi 619.000 hectáreas de selva, según el CONAP. Los permisos de tala controlada también incluyen a algunas empresas privadas y se otorgan por 25 y 30 años.
La concesión “no solo da empleo, sino que también capacitación para desempeñarse en diferentes puestos de trabajo”, señala el guatemalteco Erwin Maas, quien además de conocer las tareas de aprovechamiento forestal es guía de turismo.
El CONAP estima que las concesiones generan unos 150.000 empleos directos e indirectos en la reserva.
En una parte del camino, los visitantes encuentran una hilera de troncos cortados que se apilan para ser llevados al aserradero. Son de árboles seleccionados cuya tala controlada permitirá aprovechar la madera y regenerar el bosque.
En el lugar, el sonido de las aves y los monos que revolotean por las ramas se mezcla con el bullicio del grupo.
“Una de las grandes ideas que nos llevamos es la forma de organización que han tenido para persistir en el tiempo”, dice Arístides Oime, presidente de Asojuntas de Cartagena del Chairá.
“De campesino a campesino nos hace ver cómo podemos nosotros realmente mejorar (…). Queremos mostrar cómo creemos, fielmente, que la deforestación no es el camino, realmente la ruta es la conservación ambiental”, comenta.
La coordinadora de la ONG Programa Corazón de la Amazonía de Colombia, Luz Rodríguez, considera que, aunque existen diferencias con las comunidades guatemaltecas, se llevan de aprendizaje el “ejercicio de la gobernanza sobre el territorio”.
Cactus24 02-08-24
Abre este enlace para unirte al grupo de WhatsApp
También estamos en Telegram y Facebook