Dependiendo de cómo nos encontremos anímicamente, la salud de nuestro cabello puede variar considerablemente.
Pensemos que nuestro cuerpo es un puzle formado por múltiples piezas, algunas de ellas las llamamos emociones. Si las emociones no funcionan de la forma correcta se pueden producir alteraciones a nivel físico.
Hay personas que notan como la salud de su pelo se ve comprometida en determinados momentos de elevados niveles de estrés o ansiedad.
¿Qué es la alopecia nerviosa?
Se ha comprobado que cuando estamos sometidos a elevados niveles tensionales nuestro pelo se vuelve más frágil, débil, se rompe con mayor facilidad…
Cuando la caída del cabello es producida por factores emocionales, tales como la ansiedad, el estrés e incluso la depresión, hablamos de alopecia nerviosa o emocional. Puede sufrirla cualquier persona; niños, adolescentes o adultos.
Al contrario de lo que sucede en otros tipos de alopecias, como la androgenética o la areata, la caída del pelo se produce de forma gradual y homogénea en un periodo corto de tiempo.
¿Por qué se produce la alopecia nerviosa?
El pelo se puede caer por multitud de factores: una alimentación incorrecta, anemia ferropénica, predisposición genética, situaciones o eventos estresantes, cuadros de ansiedad, estados anímicos depresivos…
Al estudiar cómo afecta el estrés a nuestro cuerpo, se ha podido comprobar que existen determinados receptores que se localizan precisamente en los folículos capilares, y que son los encargados de liberar una hormona llamada corticotropina, cuando nos encontramos ante un evento estresante. Si esta hormona se acumula en grandes cantidades se puede producir un debilitamiento del folículo piloso.
Sin embargo, también sucede que cuando el foco de tensión desaparece el pelo vuelve a crecer con normalidad, aunque, en algunas situaciones, no con las mismas características que el cabello perdido. Por este motivo, es tan importante acudir a clínicas especializadas donde nos puedan realizar un estudio exhaustivo del cabello que determine en qué condiciones está creciendo el cabello nuevo.
¿Cómo podemos distinguir una alopecia nerviosa o emocional de una alopecia areata o androgenética?
Existen diferencias muy llamativas entre ellas que nos permiten distinguirlas fácilmente:
La alopecia androgenética tiene una evolución a lo largo de los años, durante los cuales los cabellos van perdiendo vitalidad, se quedan débiles y quebradizos y se van perdiendo poco a poco.
En la alopecia areata, el pelo se va perdiendo en forma de círculo, como monedas pequeñas, que si no se tratan se pueden extender formando placas grandes.
Por el contrario, en la alopecia emocional, el cabello se va cayendo poco a poco en un plazo de tiempo muy corto, con la particularidad de que cuando el foco tensional desaparece, el cabello vuelve a aparecer.
¿Qué tratamientos hay para la alopecia emocional?
En el caso de la alopecia emocional es tan importante tratar el problema a nivel capilar cómo atacar directamente la causa, es decir, la tensión nerviosa.
En la inmensa mayoría de los casos, la psicoterapia es muy eficaz. Entre las diferentes técnicas psicológicas utilizadas destacan: técnicas de relajación, ejercicios de respiración, aprender a relativizar los problemas, fomentar la habilidad en la resolución de conflictos…
También suele ser de gran utilidad hacer una revisión de los hábitos diarios del paciente e introducir cambios saludables en los mismos. Existen diferentes tipos de hábitos: emocionales, afectivos, sociales, físicos o intelectuales, pero todos ellos tienen en común que las personas los aprenden, es decir, nadie nace con ellos.
Podríamos reducir a cinco los hábitos diarios más saludables no sólo a nivel físico (en este caso en relación al cabello), sino también a nivel psicológico:
Tener un patrón de sueño regular, es decir, procurar acostarnos y levantarnos siempre a la misma hora. Está demostrado que un descanso en torno a las 8-9 horas reduce la alopecia nerviosa.
Alimentarnos bien. Debemos gozar de una alimentación saludable, en la que no pueden faltar frutas, verduras y carnes blancas.
Organizar las actividades del día y no posponerlas para después. Puede ser útil anotarlas todas y hacerlas por orden de prioridad. De esta manera nos evitaremos el “agobio” (estrés) al sentir que tenemos que hacer un montón de cosas.
¡Huye del caos! Tener las cosas colocadas y ordenadas ayudar a reducir notablemente los niveles de estrés.
¡Sé activo! Muévete y haz ejercicio físico al menos una hora al día. Recuerda que puedes adecuar la actividad física a tus circunstancias personales, médicas o familiares. Por ejemplo, si andamos diariamente entre 30 y 45 minutos activamos la circulación sanguínea, algo, que a su vez, aportará beneficios a nuestro cabello.