Más tardaron los oficiales de la Estación Los Taques de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) en detener a José Antonio Castro Silva, «el Mono», el 29 de enero del 2023, que Tribunal soltarlo a principios de febrero.
¿Qué habría pasado si el señalado como cabecilla de banda hubiese quedado privado de libertad aquel momento? Quizá no hubiese cometido el infanticidio de Alejandra Xaviela Padilla en el sector Victoria Popular.
A las 8:45 de la noche de aquel domingo, José Antonio andaba en la vía principal de Villa Marina, playa Boca Camino de Los Taques. Cargaba un machete y 15 envoltorios, tipo cebollita con 28 gramos de marihuana.
La PNB lo detuvo en el operativo que buscaba hacer frente a marihuaneros y ladrones que azotaban Victoria Popular, San José, entrada El Hoyito, La Florida y otros sectores.
José Antonio no era un delincuente cualquiera. Ese era su noveno arresto dentro de una carrera delictiva que inició con delitos de violencia, que mantuvo con delitos contra la propiedad y últimamente con el consumo y microtráfico de drogas. Se dice que el tener familiares en la zona le era útil, ya que, a pesar de estar incurso en otros delitos, nadie se atreviera a señalarlo por temor a represalias.
Aunque en un expediente judicial aparece registrado como residente de Villa Marina, José Antonio «el Mono», vivía también en Victoria Popular, bajo el mismo techo de la niña asesinada, algo así como, «durmiendo con el enemigo».
Cuando no andaba delinquiendo, José Antonio se dedicaba a la pesca, oficio común en este municipio pesquero. Esto hizo que organismos de seguridad, que tras el infanticidio, y durante «la persecución» de 36 horas, infiltraran policías de civil para que otros no lo alertaran de la búsqueda.
Así lo pudieron precisar oculto en el monte en la zona enmontada de la Salineta, frente a Villa Caribe. Exhausto luego de 36 horas huyendo, José Antonio echó su última carrera antes de ser puesto bajo arresto, ser reprendido como un «demonio» por religiosas presentes cuando militares de la Guardia Costera, policías y particulares lo llevaban hasta el donde se lo entregaron al Cicpc.
Cuando José Antonio estuvo detenido hace 54 días, la Fiscalía 13 lo presentó al tribunal cuyo titular le otorgó la libertad porque la droga incautada era de menor cuantía. Ni la juez o juez eran adivinos para saber lo que, mes y medio después, haría este procesado contra una indefensa niña.