En Meachiche, pueblo en torno al cual se encuentra el balneario más visitado del municipio Miranda, sus habitantes pasan la vida entre el jolgorio de los temporadistas que cada fin de semana y en temporadas altas, disfrutan de las aguas que fluyen desde el Parque Nacional Juan Crisóstomo Falcón.
El resto de días, Meachiche es un pueblo desolado, desamparado y ahora para colmo, refugio ocasional de delincuentes quienes huyendo de otro lado, llegan a sembrar caos en esta parte de la parroquia Guzmán Guillermo con escasa o nula presencia policial.
Ángel Segundo Palmar Henríquez, criador caprino con años de experiencia, trabajador incansable, dirigente comunal y ferviente defensor de los derechos de sus coterráneos, convalece en el Hospital Doctor Alfredo Van Grieken de Coro por haber defendido su rebaño de tres delincuentes que venían huidos de otro lugar del municipio e incurrían en abigeato.
El 25 de diciembre recibió varias puñaladas mientras estaba en los alrededores del balneario Meachiche, heridas que lo mantienen al borde de la muerte, mientras los criminales se presume puedan estar enconchados en Siburúa o La Negrita, hacia donde se desplazaron tras saber que el pueblo enardecido, estaba decidido a tomar venganza por lo que le hicieron a Ángel Segundo.
Quisieran los pobladores que la justicia fuese implacable con los criminales para no ser ellos, las víctimas, quienes tengan que hacerlo exponiéndose a ser arrestados y llevados a la cárcel. Sucede en esos casos, según cuentan, cómo en la canción Ruperto, de Alí Primera: La policía siempre es eficiente cuando se trata de los pobres.
Aunque muchos consideren a Meachiche, Siburúa y La Negrita como un paraíso, la realidad que exponen habitantes es que son territorios con muchas necesidades, con un conglomerado urgido de una verdadera política social y de inclusión, de planes de seguridad y de una mejor calidad de los servicios. Aunque en Meachiche están apenas a 25 kilómetros de Coro, en desarrollo y prosperidad la distancia es incalculable.
Cactus24//26-12-2022
