sábado, noviembre 23, 2024
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Diciembre: Navidad distinta para los inmigrantes

Los aeropuertos están llenos de historias de inmigrantes que vuelan de un sitio a otro, de gente que viene y va… y que ahora en el mes de la Navidad, casi siempre busca reencontrase con los suyos.

La decisión de emigrar no es fácil. Son muchas las dudas y temores que pueden surgir antes de comprar los pasajes.

Sin embargo, esa es sólo una parte de un mar de emociones que se deben enfrentar. La más importante se vive cuando se deja al país atrás y se empieza una vida nueva. Desde ese momento, el emigrante pasa por distintas etapas que van de la euforia a la angustia, nostalgia.

Por eso los inmigrantes sienten nostalgia y no melancolía. Nuestro deseo -y derecho- de venir, e incluso de quedarnos en el país de origen es perfectamente compatible y de hecho inseparable de la nostalgia, en un ciclo que se repite, euforia a la angustia, nostalgia una y otra vez, con distintas intensidades hasta que llega un momento en que lo que sienten se vuelven manejables.

Estas son las distintas etapas por las que pasa un emigrante, según la opinión de alguien que ya vivió esa experiencia.

“Cuando llegas a tu nuevo país, es todo una maravilla, a las dos o tres semanas empiezas a extrañar horrores, pero sabes que tomaste la decisión correcta y aguantas”.

“Cuando llevas casi un año, aprendiste un montón sobre tu nuevo lugar, pero miras a tu país de origen, y quieres volver para contarles a todos cómo es y abrazarlos. Lo haces, y cuando regresas te agarra otro bajón que te hace cuestionarte todo. Tus amigos más cercanos y familia te dirán, aguanta que ya va a pasar. Ves como tu país de origen se hunde un poquito más cada vez, lo que te hace enfocarte hacia adelante. El idioma y la cultura se hacen notar diferentes como si te invitaran a irte. Pero muerdes el cuchillo con los dientes y tiras para adelante. Sabiendo que lo que estás haciendo es por un futuro mejor para tu familia. Donde podrás construir sin tanto ruido y donde tu esfuerzo rendirá sus frutos mientras lo hagas con honestidad y dedicación».

“Cuando pasas ese punto que te sientes lo suficientemente cómodo en tu nuevo país, es cuando empiezas a construir verdaderamente. No cortas ningún vínculo, las personas con las que menos hablas son las que en realidad no tenías un lazo tan fuerte.

La vida se encarga de darte algunas lecciones más, se van muriendo algunos familiares y ya no estás ahí para acompañar en persona pero te haces presente de distintas formas. La tecnología hoy nos permite estar mucho más cerca que en la época de nuestros abuelos».

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