viernes, mayo 10, 2024
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Franklin Palencia: “Nosotros también tenemos mamas y no debemos confiarnos”

Se le ve saludable, de buen ánimo y con buena disposición para contar su experiencia. Franklin Palencia tiene 47 años y desea advertirle a los que hombres que el cáncer de mamas no es exclusivo de las mujeres. “Nosotros también tenemos mamas y no debemos confiarnos. Un diagnóstico temprano nos ayuda a sobrevivir y yo soy un ejemplo de eso”.

En septiembre de 2014 comenzó la prueba para los Palencia Vílchez, el líder de la casa empezó a sentirse una pelotita en su tetilla. Recordando los consejos paternos, Franklin recurrió a una moneda para impedir que lo que él consideraba como una grasita creciera. “Una tarde viendo televisión mi hija se recostó en el pecho y sentí dolor. Intuí que algo no andaba bien”. Dejó pasar unos días y pagó una mamografía.

Con los resultados acudió al Instituto Venezolano del Seguro Social (IVSS), en el sector Sabaneta de Maracaibo. Basada en el estudio, la especialista en cirugía general le indicó que se trataba de una masa de grasa y lo instó a no operarse. “Por mi insistencia me enviaron a cirugía. Pero pautaron como fecha de la operación diciembre y la pospuse”.

Cinco meses después de diagnosticada la masa, lo examinó otra médico y lo remitió al Hospital Chiquinquirá. Una huelga de médicos lo obligó a regresar al Seguro Social y pidió que lo remitieran al Hospital Manuel Noriega Trigo, en el municipio San Francisco. Ahí lo examinó el mastólogo Eligio Vida. “Esto no es grasa, es un tumorcito. Haremos los preoperatorios”, le comunicó el doctor.

Franklin recuerda que en menos de un mes ya estaba en quirófano. Le extrajeron parte del tumor y le enviaron a hacer biopsia. En abril de 2015 le confirmaron el cáncer. “Llegué a buscar los resultados y las enfermeras estaban nerviosas. Me dieron el sobre y lo leí. Hice que no había entendido y les pregunté. Me dijeron: ‘Señor es positivo para cáncer’. Me temblaron las piernas, casi me desmayo”.

Luego de que las enfermeras lo reanimaran con un jugo y un algodón con alcohol. Palencia solo se preguntaba: ¿Cómo llego a mi casa con esta noticia? Deambuló por horas hasta que por fin se animó a volver con los suyos. “Me recibió mi suegra, apenas la vi me fui en llanto y la abracé. Mi esposa fue la última en enterarse, porque no estaba en la casa. Apenas llegó y vio a todos con las caras largas lloró”. Para ese entonces, a su esposa,  Francisca Vílchez, le habían confirmado que tenía dos meses de embarazo.

Al día siguiente lo esperaba el mastólogo con los resultados. “Me explicó detalladamente todo. Me dio confianza y me levantó el ánimo. Debía operar otra vez, porque habían quedado residuos”.

La segunda operación la efectuaron en una clínica, entre familiares, los fondos de sus caja de ahorro y sus compañeros de trabajo recaudaron el costo. “Abrieron desde la tetilla hasta la axila, hicieron todo el vaciado y cerraron”. Necesitó ocho quimioterapias en la Clínica Paraíso. “Solo con la segunda quimio tuve reacción. Iba caminando con mi esposa que ya tenía la barriga grande y me le desmayé en una jardinera. Por recomendación del médico no me acompañó más”.

Durante ese periodo sufrió de depresión, cambios drásticos de humor y perdió su cabellera. “La última quimio fue el 3 noviembre y mi hija nació el 8 de diciembre de 2015. Ese fue un proceso que vivió ella sola, por la radiación no podía estar cerca de ellas”.

Palencia asegura que su hija fue su segundo milagro. “Mi esposa perdió mucho líquido y la bebé nació muerta con el condón enredado al cuello y pegada a su saco. Estuvo 10 días en incubadora y regresó a la casa con parálisis facial”.

Luchar por esa niña fue uno de sus impulsos para seguir. “Todos los días me levantaba con una esperanza. Por ella salía a la calle a buscar pañales, me aguantaba en silencio el malestar y hasta los teleles  -desmayos- que me daban en la calle haciendo colas”.

Tras superar las quimioterapias le prescribieron un tratamiento con pastillas por cinco años, el cual concluyó en abril de 2021. “Lloré cuando el doctor Espartaco me dijo: ‘Franklin estás bien, estás sano’. Tengo una nueva oportunidad”. Solo le faltan cuatro consultas anuales para concluir su tratamiento. Palencia se siente agradecido con Dios, por su familia y por todos los que lo apoyaron.

“Vivo una vida sin excesos, evito el estrés y me hago mis chequeos sin faltas. Exhorto a los hombres que no sientan vergüenza, esto no se trata de pena sino de salud. Nosotros también tenemos mamas y el cáncer no es exclusivo de las mujeres. En los hombres se riega más rápido a otros órganos porque no tenemos tantos tejidos como las mujeres. Hacerse una mamografía no los hace menos hombres”.

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