Desde 2014, Miriam Rodríguez rastreaba a los responsables del secuestro y asesinato de Karen, su hija de 20 años. La mitad de ellos ya estaban en la cárcel, no porque las autoridades hubieran hecho su trabajo sino porque ella los persiguió por su cuenta, con una meticulosa obsesión.
Rodríguez persiguió a los secuestradores y asesinos de su hija durante años para enviarlos a la cárcel. En 2017, sin embargo, murió baleada frente a su propia casa.
La mujer llevó a cabo una meticulosa búsqueda ante el nulo avance de las policías. En el proceso se cortó y se tiñó el pelo, y se disfrazó de encuestadora, trabajadora de la salud y funcionaria electoral para recolectar datos y reunirse con familiares de los responsables.
En tres años, y con la ayuda de un policía federal dispuesto a ayudar, la Sra. Rodríguez capturó a casi todos los miembros vivos de la banda que había secuestrado a su hija.
En marzo de 2017, casi dos docenas de presos escaparon de la penitenciaría de Ciudad Victoria, donde estaban los asesinos que la señora Rodríguez había logrado poner tras las rejas.
Alarmada, la madre de Karen pidió protección al Gobierno, pero las rondas periódicas realizadas por la policía no fueron suficiente.
El Día de la Madre de ese año, semanas después de haber perseguido a uno de sus últimos objetivos, le dispararon frente a su casa y la mataron. Según el informe policial, hubo 13 disparos.
Cactus24/15-12-2020
