Un japonés de 30 años, apodado el ‘Asesino de Twitter’, fue condenado a muerte este martes por un tribunal de Tokio por el asesinato de nueve personas que conoció en internet, dijo un funcionario judicial.
Takahiro Shiraishi fue «condenado a muerte», dijo la fuente a la AFP, sin dar más detalles.
En el juicio, Shiraishi admitió que había asesinado y descuartizado a ocho mujeres y un hombre, de entre 15 y 26 años.
Los abogados de Shirashi habían pedido cadena perpetua, alegando que las víctimas, que expresaban sus tendencias suicidas en las redes sociales, habían dado su consentimiento para ser asesinadas.
Ese alegato, objetado incluso por el propio acusado, fue rechazado por el tribunal.
«Ninguna de las nueve víctimas pidió ser asesinada, ni siquiera de manera tácita», sostuvo el juez, según el canal de televisión publica.
El juez también denunció hechos «de extrema gravedad» y subrayó que la «dignidad» de las víctimas había sido «pisoteada».
Takahiro Shiraishi desmembró los cuerpos de sus víctimas y los guardó en su pequeño apartamento de Zama, un suburbio del suroeste de Tokio.
El 31 de octubre de 2017, la policía descubrió en su casa 240 pedazos de restos humanos escondidos en neveras y cajas de herramientas, rociados con arena para gatos para intentar ocultar el olor de putrefacción.
También encontraron en su casa tijeras, cuchillos, una sierra y varias herramientas de carpintería.
El caso conmocionó a Japón, un país con un índice de delincuencia muy bajo, y también tuvo un fuerte impacto internacional.
Takahiro Shiraishi contactaba a sus víctimas por Twitter, una red social muy popular, diciéndoles que podía ayudarles en sus planes suicidas o incluso que moriría a su lado.
«Verdugo profesional» –
La policía finalmente lo arrestó mientras investigaba la desaparición de una mujer de 23 años cuyo hermano pudo entrar en su cuenta de Twitter, donde descubrió intercambios con una cuenta sospechosa.
La cuenta fue finalmente identificada como una de las que Shiraishi utilizaba para presentarse como «verdugo profesional».
Antes de convertirse en un asesino, este hombre de aspecto común y corriente trabajó durante años reclutando a mujeres jóvenes para clubes para adultos en Kabukicho, el barrio rojo de Tokio.
El caso del «asesino de Twitter», como lo apodó la prensa japonesa, reavivó los debates en Japón sobre el control de las redes sociales y sobre el suicidio y su prevención.
Japón tiene la tasa de suicidio más alta de los países industrializados del G7, con unas 20.000 personas que se quitan la vida cada año de una población total de unos 126 millones.
Japón es uno de los pocos países industrializados que no ha abolido la pena de muerte y donde la opinión pública es mayoritariamente favorable a mantenerla.
Cactus24/15-12-2020