Policialmente, el homicidio de Joe Luis Albornoz, pescador de 19 años, está casi resuelto. El único elemento criminalístico que requiere el Cuerpo de investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) para llegar al responsable es el arma homicida de donde salió la bala de fusil que atravesó el corazón del muchacho.
Una comisión del Eje de Homicidios viajó desde Maracaibo hasta Isla de Toas, municipio Almirante Padilla, entrevistaron a testigos y a Lenin García, contraalmirante de la Fuerza Armada y responsable del control de la estación de servicio donde ocurrió a las 3.00 de la tarde el 16 de julio de 2020, el asesinato del pescador. En el sitio solo pudieron colectar 6 conchas de balas doradas de fusil percutidas, en las cuales se lee en su colote *13 95*, de las decenas de proyectiles que denunció la comunidad se dispararon las seis horas que duró la protesta.
Al cuerpo de Albornoz no se le pudo practicar la necropsia. Después de que el médico de guardia del centro de salud local confirmó su deceso, la madre del joven, Myriam Cecilia Paz, decidió trasladarlo hasta su residencia. Allí acudió ayer la comisión del CICPC, pero los deudos se negaron a entregar el cuerpo. A las 4.00 de la tarde le dieron cristiana sepultura en el cementerio local.
Las expectativas de que se haga justicia para con los Albornoz Paz se esfuman. El escepticismo crece incluso entre expertos del CICPC: “En estos casos se identifica el arma, se lleva a quien la portaba a tribunales. Ante el juez los militares alegan ataque al centinela y se zafan de responsabilidad”, comentó un funcionario.
Pueblo de calamidades
El malestar en los residentes de Isla de Toas, donde el 80 por ciento de la población vive de la pesca, comenzó por el retraso de la gasolina. Un vecino, de quien resguardamos identidad por temor a represalias, detalló que desde hace un mes y medio a la isla no llegaba combustible.
“El miércoles nos enteramos de que surtieron la estación, pero los militares decidieron que se despacharía el jueves. Primero a los pescadores y después a los motorizados. Era casi la 1.00 de la tarde y nadie daba explicación. La gente se alebrestó cuando vio al militar yéndose en una lancha sin vender nada”.
La comunidad recuerda, que ciertamente se lanzaron piedras, pero eso no les justifica que los dispersaran con tiros. “Todos fueron a quemarropa. Gracias a Dios no hubo más muertos”.
En la isla hubo un enojo colectivo. Se organizaron, regresaron al lugar y exigieron se les entregara al responsable y nuevamente, “recibimos plomo. Esta vez estaban todos los cuerpos. Puede hacer una encuesta y desde todas partes se escuchaba el plim, plim de las balas. A la final la mamá se llevó a su muchacho muerto para la casa y todo quedó así. En la noche despacharon gasolina. No regalada como muchos creen, aquí nos venden el litro a 300 mil bolívares y en efectivo”.
Además de lidiar con la escasez del combustible y las irregularidades del despacho, las comunidades carecen de agua y gas doméstico. “¿A quién le reclamamos, si en el primer intento que hicimos nos mataron a uno?”, cuestionó el isleño.
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CACTUS24 18-07-20
