Venecia, una de las perlas del turismo italiano y mundial, dará un paso más este año para tratar de reducir la llegada masiva de visitantes, con la introducción de una nueva tasa de entrada para las estancias sin pernocta.
Buscada desde hace tiempo por el alcalde de la ciudad, Luigi Brugnaro, la medida será posible en 2019 gracias a la Ley de Presupuestos aprobada «in extremis» por el Parlamento italiano el pasado 30 de diciembre, y que contempla en uno de sus puntos la posibilidad de que Venecia pueda aplicar la llamada «tasa de desembarco» que ya tienen algunas pequeñas islas italianas.
Se trata de un impuesto pensado para aquellos turistas que no pasan la noche en el destino y hacen únicamente una visita diurna, conocidos como «los que muerden y salen corriendo».
Poco después de ser aprobado el plan presupuestario, el regidor veneciano adelantó que «estudiaremos un reglamento equilibrado que proteja a todos los que viven, estudian y trabajan en nuestro territorio».
Un reclamo ampliamente extendido entre los residentes afectados por el fenómeno del turismo masivo y sus consecuencias como el alza de los alquileres o la desaparición del comercio tradicional.
El objetivo, luchar con nuevas herramientas contra el deterioro de una ciudad de 50.000 habitantes que es visitada cada año por cerca de 30 millones de turistas.
Aunque la ley del Presupuesto es algo vaga en el punto relativo a esa tasa, se señala que Venecia podría adoptarla, en su propio presupuesto, «como alternativa a la tasa turística» que pagan todos los visitantes que pernoctan en establecimientos hoteleros.
También se especifica que el importe máximo del nuevo impuesto se limitaría a 10 euros (11,4 dólares) por persona.
Según Brugnaro, la tasa permitirá gestionar mejor la ciudad de los canales al contribuir a financiar los costes de limpieza y otros generados por el turismo masivo.
El importe de este «ticket de entrada» a la ciudad podría oscilar entre los 2,50 (2,86 dólares) y un máximo de 10 euros en la temporada más alta, y estarían exentos los residentes, los trabajadores, los estudiantes y los familiares de estos colectivos. señaló el alcalde.
Entre los principales objetivos de este pago se encuentran los miles de turistas de barcos de cruceros que desembarcan cada día en la ciudad sin pasar la noche en un hotel y que, por ello, quedan exentos de la tasa turística.
Según algunas estimaciones, el consistorio veneciano calcula unos ingresos de entre 40 y 50 millones de euros (de 45,8 a 57,3 millones de dólares) anuales si la tasa se situara en 5 euros (5,7 dólares), el mismo importe de la tasa turística en la ciudad y que genera actualmente 30 millones de euros (34,3 millones de dólares) al año.
Si se aplica de igual modo que en las islas donde ya es efectivo desde hace algunos años, la tasa se incluiría en el billete de transporte con el que se llega a la ciudad -especialmente los cruceros- y serían las compañías las encargadas de pagarlo al Ayuntamiento.
La «tasa de desembarco» es una más de las iniciativas para tratar de paliar los perjuicios que la masificación turística está causando a Venecia, uno de los destinos insignia de Italia, que se debate entre la necesidad de los ingresos que genera esta actividad y la de salvaguardar su patrimonio.
El pasado año, con el fin de regular la afluencia de turistas se instalaron en los únicos puntos de entrada terrestre a la ciudad cinco tornos que se cierran cuando se alcanza un determinado número de personas.
También se prohibió durante tres años la apertura de negocios de comida rápida a pie de calle -excepto heladerías- con el fin de preservar el carácter de la ciudad.
La decisión de Venecia de introducir esta tasa fue rápidamente secundada por el alcalde de Florencia, Dario Nardella, otra de las joyas turísticas italianas.
«Estoy de acuerdo con el ticket de entrada. Sirve para equilibrar los costes para la comunidad, considerando que el funcionamiento de las ciudades artísticas recae sobre las espaldas de los contribuyentes», afirmó Nardella, que, sin embargo, pidió «una ley igual para todas las ciudades del país y no normas «ad hoc».
«Esta tasa es una norma que desincentiva el turismo de ‘morder y salir corriendo’, el que crea problemas e inconvenientes», añadió.
Corresponsal Caracas
Cactus24 (03/01/19)