Hoy es el Día Internacional de Nelson Mandela, establecido así por la Organización de las Naciones Unidas, en el 2009, para rendir homenaje al hombre que dedicó 67 años de su vida a la lucha contra el régimen de segregación racial conocido como el apartheid.
La fecha fue escogida para que coincidiera con el cumpleaños de uno de los líderes africanos más admirados y reconocidos en el mundo.
Mandela nació un 18 de julio de 1918 en la población de Mvezo, ubicada en Sudáfrica y murió el 5 de diciembre de 2013.
Abogado, político y ex presidente de esa nación africana, es el primer Mandatario afrodescendiente elegido democráticamente, después de la eliminación de la política del apartheid, por parte de las autoridades blancas.
La lucha de este estadista contra el régimen racista sudafricano es considerado un ejemplo en la defensa por los Derechos Humanos en el mundo.
Su vida política se inició en los años 50, cuando se une a la organización “Umkhonto We Sizwe”, que funge como brazo armado del Congreso Nacional Africano, CNA, organización política que luchaba por la desaparición del racismo, por la igualdad de todas las razas y la democracia, para construir una sociedad sin distingos raciales.
La coherencia de Mandela (1918-2013) le convirtió en una leyenda política ya en vida. Otros, como el Che Guevara, Gandhi o Martin Luther King, son también admirados por llevar sus ideales hasta las últimas consecuencias, pero sus asesinatos contribuyeron al mito, dejando la duda de si hubiesen sucumbido al poder. En el caso de Mandela no hubo espacio para la sospecha: luchó, gobernó y se mantuvo fiel a sus creencias.
‘Madiba’ —’abuelo venerable’, como le conocían en Sudáfrica— soportó muchos varapalos a lo largo de su vida. Familia de los jefes supremos de la tribu de los ‘Tembu’, fue formado para convertirse en dirigente de su clan. Pero se rebeló contra su destino: estudió Derecho y se metió en política para combatir las prácticas xenófobas del Apartheid. Era negro en un país dominado por blancos que practicaban la exclusión racial. Y no estaba dispuesto a aceptarlo.
En 1948, el Partido Nacional de Sudáfrica (PN) había ganado unas elecciones en las que sólo podían votar los blancos y había instalado un sistema de segregación racial. Enfrente tenía al Congreso Nacional Africano (CNA), formado en 1912 para luchar por los derechos de la población negra y al que se unió Mandela en 1942. Fueron años de recorrer el país promoviendo la desobediencia civil, incluidas las acciones violentas. Hasta que fue arrestado y acusado de alta traición.
Mandela salió en libertad tras 27 años de cárcel. En su primera intervención ante la prensa apostó por una solución que no menoscabase los derechos de los blancos. Sin rencor. Tomó entonces las riendas de la transición del país y cambió su condición de ‘peligroso opositor’ por la de presidente, previo paso por las primeras elecciones democráticas a las que acudían sus compatriotas. Fue en abril de 1994.
Una vez en el poder, mantuvo la coherencia. No se aferró al sillón. Se retiró cuando llegó el momento y siguió luchando por causas nobles, como erradicar la pobreza en África o combatir el sida. Trabajó además como mediador en los conflictos de Angola, Burundi y República Democrática del Congo y recibió un sinfín de homenajes. Su figura ha sido venerada por miles de personas. En vida, y tras su muerte.
Cactus24 (18/07/2016).