La dramática despedida de Pío XII, el papa que explotó en su propio funeral

El 9 de octubre de 1958, el cuerpo del Papa Pío XII fue expuesto en el salón del trono del palacio de Castelgandolfo. Aquel acto solemne se transformó pronto en un problema de grandes proporciones.

Un error en el procedimiento de conservación alteró de manera dramática los rituales fúnebres. El médico personal del pontífice, Riccardo Galeazzi-Lisi, fue el responsable del fallido embalsamamiento que derivó en una situación insólita para la Iglesia Católica.

Pío XII, nacido como Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli, comenzó a sentir los síntomas de su deterioro el 6 de octubre de 1958. El Papa permaneció en su lecho en Castelgandolfo mientras era asistido por médicos vaticanos, incluido el cirujano suizo Paul Niehans. Su salud se deterioró rápidamente y falleció en la madrugada del 9 de octubre a las 3:52 a. m.

Entre sus allegados se encontraban tres monjas de confianza, su secretario personal Robert Leiber, y monseñor Domenico Tardini. Fue este último quien le administró la extremaunción. Durante sus últimos momentos, el Papa se mantuvo consciente e incluso intentó trabajar, aunque brevemente.

papa Pío XII

Riccardo Galeazzi-Lisi y su traición al pontífice

Riccardo Galeazzi-Lisi fue el médico de cámara del Papa Pío XII. Había ganado su confianza durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, poco antes de su muerte, el Papa ya había comenzado a distanciarse de él debido a su comportamiento y a la divulgación de asuntos personales a la prensa.

En los últimos momentos del pontífice, Galeazzi-Lisi accedió a la habitación del Papa con una cámara fotográfica escondida bajo su chaqueta. Tomó una serie de imágenes del Papa agonizante, que luego vendió a medios internacionales por una suma considerable.

El embalsamamiento con hierbas y celofán

Tras el fallecimiento, Galeazzi-Lisi solicitó encargarse del embalsamamiento del cuerpo. Afirmó que contaba con la aprobación del Papa en vida para aplicar un procedimiento propio basado en hierbas aromáticas y la envoltura del cadáver con capas de celofán. Este tratamiento, lejos de conservar el cuerpo, provocó un proceso de putrefacción acelerada.

El calor ambiental, la falta de refrigeración y los materiales empleados generaron gases internos. Como resultado, el cuerpo del pontífice comenzó a hincharse, a emitir olores fétidos y a mostrar signos visibles de deterioro. Varios guardias de honor se desmayaron durante la velación del cuerpo.

La explosión del cadáver del Papa Pío XII

Durante el traslado del cadáver desde Castelgandolfo a Roma en un coche fúnebre, se produjo un hecho impactante. Cerca de la basílica de San Juan de Letrán, testigos oyeron fuertes ruidos provenientes del ataúd. El tórax del Papa había explotado debido a los gases acumulados por el fallido embalsamamiento.

Una vez en el Vaticano, especialistas en tanatopraxia intentaron restaurar el cuerpo. El daño era tan grave que debieron recurrir a una máscara de cera para cubrir el rostro del pontífice, cuyo tabique nasal se había desprendido. Además, el cadáver fue atado con tiras de seda para permitir su colocación en el ataúd destinado a las grutas vaticanas.

El castigo al médico de confianza

El escándalo por las imágenes y el embalsamamiento ineficaz llevó a que Galeazzi-Lisi fuera desterrado del Vaticano. Los cardenales, encabezados por el decano Eugène Tisserant, tomaron la decisión. El médico fue apartado de la Santa Sede y su reputación quedó manchada de forma definitiva.

Galeazzi había afirmado en años anteriores que su técnica era eficaz. Incluso había mostrado al Papa imágenes de un cadáver tratado con ese procedimiento. Sin embargo, en la práctica, la fórmula que empleó resultó ineficiente y perjudicial para el ceremonial papal.

El cierre del funeral y el descanso final

La noche del 11 al 12 de octubre, se cerró la Basílica de San Pedro para realizar nuevas intervenciones en el cuerpo. La tarima de exposición fue elevada para impedir la observación directa del rostro. Finalmente, el cuerpo fue sepultado frente a la capilla leonina, junto a la tumba de San Pedro.

El episodio dejó una huella indeleble en los rituales funerarios del Vaticano. A raíz de lo sucedido, se establecieron nuevas reglas para el tratamiento post mortem de los pontífices. El caso de Pío XII y el embalsamamiento fallido marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia.

Cuando el papa Pío XII murió en 1958, el mundo lloró al pontífice que había guiado a la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial.

Nadie imaginaba que su cuerpo acabaría explotando por el calor, provocando uno de los funerales más grotescos de la historia.

Cactus24 (24-04-2025)

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