Tener pensamientos intrusivos es de las sensaciones más incómodas que podemos experimentar.
Nuestra mente va a mil por hora.
Repetimos de manera constante una idea o imagen sin poder sacarla de nuestra cabeza.
Esta situación se asocia con un estado emocional negativo (por ejemplo, sentimientos de indefensión, hostilidad o tristeza) que acaba afectando a nuestro bienestar físico y mental, y a nuestra capacidad para resolver nuestros problemas.
Y lo que es peor.
Generalmente, no somos sabemos salir del bucle.
Si conoces la desagadable sensación de no conseguir controlar el torbellino imparable de tu cabeza, en este artículo descubrirás cómo.
Veremos, de manera sencilla qué son las ideas recurrentes o pensamientos intrusivos, por qué aparecen y cómo los puedes eliminar.
¿Qué son los pensamientos intrusivos?
Un pensamiento intrusivo, repetitivo o invasivo es aquella idea o imagen vívida que aparece en nuestra mente de manera automática, generalmente de contenido negativo, violento y desagradable.
Cierta idea nos viene a la mente una y otra vez y, por más que intentemos arrinconarla y seguir otra línea de pensamientos, somos incapaces.
¿Se qué maneras nos afecta?
Te cuento.
Llegados a este punto, podemos llegar a evitar determinadas situaciones o personas, a somatizar el problema o a bloquearnos, y no poder lidiar con el día a día.
Algunas personas califican estos pensamientos incontrolables como raros, extraños, e incluso horribles. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el contenido es meramente parasitario o rumiativo.
– Rumiativo, ¿como las vacas?
Casi.
Son pensamientos rumiativos porque los rumiamos, es decir, les damos mil y una vuelta.
Los pensamientos rumiativos son ideas o imágenes que se presentan en nuestra mente sin que lo deseemos y sobre la cual gira un entramado de pensamientos conectados, que hace que nuestra mente se agote y pueda llegar a bloquearse
¿Por qué aparecen pensamientos repetitivos tan desagradables?
La explicación más generalizada de por qué aparece esta ideación y llega a nuestra mente se relaciona con dos factores:
Factores biológicos
Factores cognitivos
Biológicamente, nuestro cerebro genera pensamientos automáticos (muchos de ellos raros y absurdos) de manera continua, y son imposibles de dirigir hacia donde queramos.
En condiciones normales, el cerebro soporta perfectamente el bombardeo de ideas que nos manda nuestra propia mente, y somos capaces de «filtrar» las más idóneas para la situación concreta que estemos viviendo.
Y, por otra parte, la explicación cognitiva.
Nuestra mente rumia. Es decir, repite pensamientos como estrategia para controlar y así poder disminuir la incertidumbre y la falta de control en situaciones que se pueden percibir como estresantes.
¿Y qué entendemos como estresante?
Esto depende de nuestra personalidad.
Es decir, que, según nuestra personalidad, no siempre podemos pensar en lo que queremos pensar. Los pensamientos parasitarios irrumpen en la mente como un elefante en una cacharrería, y pueden romper nuestra línea de pensamiento, haciendo que volvamos una y otra vez a la idea invasiva.
¿Qué consecuencias tienen estos pensamientos recurrentes en la mente y el cuerpo?
Padecer este tipo de trastorno conlleva unas consecuencias tanto físicas como mentales que repercuten en nuestro cuerpo de diversas maneras.
Te digo cómo:
Desajuste realidad/importancia: se convive junto a emociones negativas desajustadas a la importancia o severidad de la situación. «Hacer una montaña de un grano de arena».
Desgaste físico y emocional: provoca cansancio, dolores de cabeza, problemas de sueño o mal humor.
Falta de atención al presente: nos centramos en la ideación obsesiva y dejamos de prestar atención a nuestro alrededor inmediato. Esto puede ser peligroso, por ejemplo, al cocinar, conducir o al alterar nuestra capacidad de trabajo.
Vínculos negativos: asociamos determinadas situaciones con el proceso de rumiación y generamos de manera automática e inconsciente sensaciones negativas al repetirse la situación (ansiedad al dormir).
Anclaje en el pasado: se reviven de manera constante esos eventos tan duros y no nos permiten desarrollar pautas y mecanismos de afrontamiento para poder seguir adelante.
En periodos de estrés, o momentos en los que tenemos «las defensas mentales bajas», nuestro filtro mental se anula y las ideas repetitivas campan a sus anchas en nuestro cerebro, provocando gran malestar. Ahí entra en juego la personalidad de cada uno: la necesidad de control de la persona y su tolerancia a la incertidumbre.
Una mente sana y creativa tiende a crear más ideas de este tipo. En situaciones normales, somos capaces de percibir estas ideas en nuestra conciencia y descartarlas o sustituirlas por otras.
Todos convivimos con este tipo de ideas absurdas o non gratas. Pero solo aquellas personas con tendencia al sobrecontrol y sin tolerancia a la indecisión y la incertidumbre, son quienes no consiguen ponerle freno.
La buena noticia es que podemos actuar sobre esto.
Quieres ejemplos de pensamientos intrusivos?
En los casos más graves se puede llegar tener pensamientos o impulsos irrefrenables:
Sobre hacer daño a otras personas
Sobre que uno mismo recibe algún tipo de daño
Sobre tener sexo con cualquier persona
Sobre el estado de salud propio o de otra persona
Todas estas situaciones nos harán dudar de nuestra escala moral y entrar en un círculo vicioso de pensamientos que se retroalimentan a sí mismos.
Puedes hacerte una idea, ¿verdad?
Pero para tu tranquilidad: lo importante es que, aunque se pasen por nuestra cabeza, no se conviertan en realidad.
¿Desaparece la rumiación mental en algún momento?
Como todos los síntomas asociados a la ansiedad, la rumiación de ideas recurrentes puede desaparecer de dos maneras:
- Cuando de manera inconsciente cambiamos una idea parasitaria por otra
Durante un tiempo nuestra mente se ve libre de dicho contenido negativo. Vamos de pensamiento recurrente a pensamiento recurrente, a caballo de una imagen que no podemos sacar de nuestra mente a otra.
Poca gracia tiene esta situación, ¿verdad?
- Cuando disminuye el nivel de activación de nuestra mente y el filtro se activa de nuevo
La causa de esto puede ser porque hemos solucionado aquello que nos provocaba ansiedad y nervios o porque nuestra mente se defiende bloqueando la percepción de intranquilidad y ansiedad.
¿Cuál crees que es más sana para ti?
La manera de conseguir que la rumiación mental desaparezca es trabajar desde dos posiciones complementarias: fortalecer el filtro y disminuir la sensación de agobio ante situaciones cotidianas.
Se trabaja, en suma, que no nos ahoguemos en un vaso de agua.
Por un lado, que seamos capaces de afrontar las situaciones que nos provocan estrés y ansiedad. Entendemos cómo nuestra mente las percibe y cambiamos esa percepción (disminuyendo el nivel de preocupación).
Por otro, exponiéndonos a eventos que generan activación negativa, para que nuestro filtro «antiideas negativas» se fortalezca.
Cómo dejar de pensar en algo: acepta el contenido de tus pensamientos
Ya sabes que el filtro sobre lo que es importante y lo que no lo es puede fallar.
Por tanto, el primer paso para dejar de pensar en algo que te obsesiona es que sepas que no eres responsable de aquello que llega a tu mente, pero que tienes que aceptar que vendrán este tipo de ideas ingobernables.
Parece una tontería, pero tener esto en cuenta nos relaja, y paradójicamente, el flujo de pensamientos indeseables se reduce.
Acepta que no puedes controlarlo todo
Aunque el filtro funcione, no puedes bombardearlo continuamente intentando tenerlo todo bajo control. Esto, además, puede contribuir a subir el autoestima 🙂
Afronta la incertidumbre de vivir
Relacionado con el punto anterior, vivir conlleva incertidumbre y que no sepamos que va a pasar a continuación. El determinismo no existe, y siempre habrá situaciones inesperadas.
La única constante del universo es el cambio.
Haz ejercicio físico y mental
Libera el exceso de energía que genera tu cuerpo al procesar tanta información. Además, el ejercicio pone tu mente en otra parte, alejando el foco de la idea repetitiva.
De esta manera, te será más fácil lidiar y gestionar esos pensamientos tan obsesivos.
No busques aprobación ni opiniones ajenas sobre tus ideas recurrentes
Buscar esta validación externa es un error.
Acabarás reforzando la idea de que necesitas la ayuda de los demás para solucionar tus propios problemas.
En el momento de acudir a un psicólogo, son muchas las técnicas psicológicas que se ponen sobre la mesa sirven para ayudarte a centrar tu mente, a fortalecer el filtro y a reestructurar la manera en que percibes el mundo:
Restructuración cognitiva
Detención del pensamiento
Técnicas de resolución de problemas
Análisis de creencias irracionales
Intención paradójica
Diálogo socrático
Cactus24//28-01-2024
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