Lograr un sueño reparador es esencial para mantenerse activo y saludable, por lo que hay varias opciones para lograr conciliar el sueño como reducir la luz y los ruidos a la hora de ir a la cama.
Sin embargo, hay una acción que se repite a menudo que es la de sacar un pie fuera de las sábanas y, según especialistas, este acto cotidiano corresponde a un mecanismo importante cuando queremos conciliar el sueño: la regulación de la temperatura corporal.
“La explicación de cómo influye la temperatura a la hora de conciliar el sueño es que para poder dormir tenemos que expulsar el calor interno hacia fuera a través de la vasodilatación”, explicó a TN.com María José Martínez, coordinadora del grupo de Cronobiología de la Sociedad Española del Sueño (SES).
Esto sucede porque el cuerpo humano funciona como una máquina: de día se calienta para moverse y a la noche necesita bajar la temperatura para descansar. Por ese sacamos el pie afuera: “Lo que hacemos es disminuir la temperatura interna de nuestros órganos disipando el calor hacia afuera a través de la vasodilatación, es decir, se abren los capilares sanguíneos de forma que aumentamos nuestra temperatura periférica en la piel, las manos y los pies”, indicó Martínez.
Cuando se da esa vasodilatación es que sacamos un pie por afuera de sábanas y frazadas para expulsar el calor. Ese accionar se ve claramente en los bebés. Ellos también lo hacen para expulsar el calor.
Esa vasodilatación sirve para regular la temperatura corporal y poder descansar. Martínez dijo al respecto: “De ahí a que en invierno, aunque haga mucho frío, también saquemos el pie fuera para expulsar ese calor”.
¿Cómo hacer para ir a acostarte antes de la hora “indicada” para dormir las horas que te pide el cuerpo? Es difícil. Lo sabemos. Pero hay más de una razón por las que hacer el esfuerzo.
La falta de sueño cuanti y cualitativamente adecuado (insomnio, apneas, sueño entrecortado) claramente repercute en nuestro estado de ánimo y en el sistema cardiovascular. El sentimiento de bienestar y optimismo después de un sueño reparador contrasta notoriamente con el malhumor, la falta de concentración y el desgano que ocurre después de una noche de insomnio.
De acuerdo con un estudio realizado durante 5 años, los índices de mortalidad fueron superiores en las personas que dormían muy pocas horas o mal, en relación con las que dormían placenteramente, destaca el diario El Clarín.
Expertos de la Universidad de Surrey hicieron un estudio en 2016 para evaluar cuáles son, justamente, las diferencias entre dormir más o menos de 7 horas. Para esto, reunieron a siete voluntarios que habitualmente duermen de 6 a 9 horas y los dividieron en dos grupos: a algunos les pidieron dormir 6 horas y media; al resto, 7 horas y media.
Después de una semana, analizaron su sangre. ¿Qué descubrieron? Que cuando dormían una hora menos, los genes asociados con procesos como inflamación, respuesta inmune y respuesta al estrés se volvían menos activos, y se notó un aumento en la actividad de los genes asociados con la diabetes y el riesgo de cáncer. Lo contrario ocurría cuando se añadía una hora de sueño.