Una buena salud mental se refleja en la calidad de los pensamientos, en la gestión de las emociones y en la adopción de conductas adaptativas y adecuadas para funcionar bien en la cotidianidad. Entonces, ¿cómo saber si soy una persona con buena salud mental? Las siguientes son algunas de las cualidades que ayudan a identificarlo.
- Autoestima y autoconfianza
La autoestima es un aspecto del que se habla tanto que pudieran considerarle banal, pero en realidad es clave en la salud mental y emocional. Sin este componente, es complicado mantenerse estable y sentirse confiado al afrontar el día a día y trazarse un camino.
Una buena autoestima implica tener una percepción positiva de nosotros mismos y sentir un fuerte aprecio por quienes somos. Esto incluye escucharnos, respetarnos y priorizarnos siempre que sea necesario, así como ser autocompasivos y desarrollar la confianza para sostenernos en momentos difíciles y avanzar.
De acuerdo con un trabajo publicado en la revista Interdisciplinaria, la autoestima es un importante factor protector de la salud mental, de hecho, es uno de los principales elementos diferenciadores entre la población clínica y la población general.
- Flexibilidad psicológica
Gran parte de ser una persona con buena salud mental consiste en adaptarse a las cambiantes situaciones de la vida. Y es que es sencillo sentirnos contentos y tranquilos cuando todo va bien, pero es esencial mantener la calma y la estabilidad si surgen adversidades. La flexibilidad cognitiva es la habilidad que nos permite lograrlo, ya que contribuye en los aspectos enseguida mencionados:
Tener una mentalidad abierta.
Aceptar los cambios sin frustrarnos en exceso.
Encontrar formas efectivas de responder a los desafíos y solucionar los problemas.
De hecho, se ha visto que esta capacidad nos hace menos propensos a sufrir trastornos mentales como la depresión y más proclives a desarrollar y practicar la resiliencia (Soltani et al., 2013).
- Inteligencia emocional
Una persona con buena salud mental tiene una elevada inteligencia emocional. En otras palabras, sabe identificar lo que siente y ha aprendido a regular sus emociones. Esto quiere decir que no se ve secuestrada por estados muy intensos y que no reacciona en automático cuando una emoción aparece.
En lugar de esto, tiene autoconciencia y aplica estrategias para modular o gestionar esas emociones de una forma saludable y productiva. Además, es capaz de llevar a cabo los mismos procesos al relacionarse con otras personas; es decir, puede entender qué sienten y qué necesitan y sabe cómo actuar al respecto.
- Trabajo interno
En la mayoría de los casos, las personas mentalmente sanas trabajan en sí mismas. Es posible que, debido a factores tales como la crianza o las experiencias de crecimiento, ya cuenten con un buen bagaje y una serie de habilidades adquiridas. Sin embargo, trabajar en uno mismo es fundamental para evolucionar, conocerse mejor y no estar a merced de los acontecimientos. - Autocuidado
Otro elemento muy característico de estas personas es que son conscientes de la importancia del autocuidado. En otras palabras, saben priorizar y organizar su tiempo para dar espacio al trabajo, a desarrollar buenos hábitos y cuidar sus vínculos humanos. De algún modo, buscan y generan un equilibrio en las diferentes áreas de su vida. - Buenas habilidades comunicativas.
Puedes saber si eres una persona mentalmente sana al analizar tus vínculos. Y es que la relaciones con los demás son excelentes espejos de nuestro estado interno. Si estamos heridos, dañados o no trabajamos el interior, es fácil que cualquier comentario o acción de los demás desencadene emociones intensas y negativas, reaccionemos con impulsividad y dañemos a los otros o nos dejemos dañar.
Un estudio difundido en Procedia-Social and Behavioral Sciences indica que tener unas buenas habilidades de comunicación y saber decir «no» de manera asertiva, son aspectos que se correlacionan de modo favorable con una buena salud mental.
¿Cómo seguir siendo una persona mentalmente sana?
La salud mental no es un aspecto inmutable y varía por diferentes circunstancias. Por ello, es importante conocer qué prácticas ayudan a cultivar ese bienestar psicológico y social desde un inicio o a mantenerlo en el tiempo. Las siguientes son algunas sugerencias al respecto:
Cuida tu diálogo interno.
Procura hablarte con palabras de afecto, aliento y compasión; evita las críticas y juicios hacia ti mismo.
Trabaja la aceptación y la no resistencia a los cambios. Encuentra un aprendizaje en cada experiencia adversa y desarrolla la resiliencia.
Mantente en acción.
Esta es la clave de una personalidad mentalmente fuerte, ya que tiene la determinación y la motivación necesarias para ir tras sus objetivos.
Aprende a escucharte.
Lee las señales y sensaciones de tu cuerpo para saber qué sientes y necesitas en cada momento. El silencio y el journaling colaboran con este objetivo.
Cultiva vínculos positivos y significativos con otras personas. Aprende a poner límites, a expresarte con claridad y respeto y a seleccionar con cuidado a aquellos de quienes te rodeas.
Por último, conviene resaltar que una buena salud mental no es el resultado del azar o la buena suerte. Hay trabajo detrás, hábitos y habilidades a cultivar. Y, en muchos casos, ese estado de bienestar es producto de la psicoterapia.
Esta puede ser el punto de partida para sanar o desarrollar estrategias efectivas; también constituye una gran ayuda para quienes, en ciertos momentos, necesitan un apoyo extra sin que padezcan un trastorno.