lunes, noviembre 25, 2024
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Consecuencias de la ley del hielo en las parejas

Todos lo hemos vivido alguna vez. Después de una pelea, la otra persona deja de hablarnos, no responde a nuestros intentos de interacción, ignorando por completo nuestra presencia: nos han aplicado la ley del hielo. La experiencia puede ser frustrante, desgastante y desmotivadora, produciendo daños irreparables en la relación.

La ley del hielo puede aplicarse en cualquier relación: familia, amigos, compañeros de trabajo o estudios, pero en las relaciones de pareja es aún más dañina, dado el lugar especial que la pareja tiene en nuestra vida. Si bien no es una tarea sencilla, hoy veremos algunas pautas que pueden servir cuando enfrentamos la ley del hielo en este ámbito.

Identificar los patrones
La ley del hielo es fácil de identificar: nuestra pareja deja de responder o lo hace con una frialdad impenetrable. El punto característico de esta conducta (y lo que la hace tan peligrosa) es que bloquea la comunicación y cualquier esfuerzo de restablecerla.

Casi todos hemos sido víctimas de la ley del hielo (e incluso puede que hayamos sido victimarios), así que puede que este artículo haya rescatado de tu memoria algunas etapas de tu vida. La cuestión es que no en todos los casos la ley del hielo ocupa el mismo lugar en la relación, y ese elemento es clave.

  1. Un marco anecdótico
    En este caso, la ley del hielo no es un patrón de la relación, sino un marco anecdótico. En todas las relaciones de pareja hay desacuerdos y malentendidos. Puede que alguna discusión intensa haya hecho que el otro se aleje, para recuperarse o para protegerse. En estos casos, a la frustración que produce la ley del hielo hay que sumar la sorpresa, al no ser una conducta frecuente.

Cuando se da de esta forma, la ley del hielo es una respuesta a la intensidad emocional del momento, así que no necesariamente es una señal de alarma. Es importante reconocer que, al llegar a ese punto, la discusión se ha salido de control y que ese tiempo a largo plazo puede ser positivo. Una vez que ha vuelto la calma, es esencial hablar sobre lo sucedido.

Como el momento más difícil ha pasado, es tentador dejar las cosas como están y seguir adelante, pero eso puede ser contraproducente. Lo mejor es tomar el tiempo para hablar de forma calmada de lo que sucedió. Así, la próxima vez que una discusión se torne demasiado fuerte, en lugar de caer en la ley del hielo como forma de escape, los dos entenderéis que se ha abierto un tiempo de reflexión con el que nadie quiere castigar a nadie.

  1. Cuando todas las discusiones acaban en la ley del hielo
    Se convierte en un problema cuando uno de los miembros de la pareja usa la ley del hielo como estrategia para huir del conflicto. Así, en cada discusión o desacuerdo, la persona simplemente bloquea la comunicación y deja de responder. Esto puede ocurrir porque en el pasado la ley del hielo ha funcionado para terminar discusiones, así que la pareja aprende a usarla cada vez más.

Para no alcanzar ese punto es importante no dejar discusiones sin resolver, como vimos en el apartado anterior; pero si ya es un patrón consolidado, para revertirlo se necesita fortalecer la comunicación de la pareja. Es importante que los miembros de la pareja reconozcan su responsabilidad en los desacuerdos, que eviten la mala costumbre de atribuirle la responsabilidad solo al otro y que acuerden no caer en la ley del hielo como forma de resolver los problemas.

Se pueden establecer acuerdos como “si estás tan enfadado que no quieres hablarme, puedes decírmelo y yo me comprometo a darte el espacio para que te calmes”. La idea es no dejar que emociones como la ira marquen la forma en la que nos comunicamos.

  1. Cuando la ley de hielo es una forma de manipulación
    Hablamos de un problema de escala mayor. En este caso, uno de los miembros de la pareja usa la ley del hielo de manera intencional como forma de manipular al otro. Ya no es una respuesta emocional, sino una acción planeada y voluntaria. Esto puede ocurrir porque la persona aprendió, en la relación actual o en una anterior, que de la ley del hielo puede obtener reforzadores muy interesantes, como la atención del otro.

Es importante reconocer cuando esto ocurre porque la persona que usa la ley del hielo recurrirá a ella cada vez que lo crea conveniente y la usará para manipular a la otra persona, trayendo sentimientos de culpabilidad e insatisfacción. Es muy peligroso porque esta insidiosa estrategia puede actuar de manera oculta: la víctima no se da cuenta de que está siendo manipulada, acaba cediendo a los deseos de su pareja e incluso puede afectar a relaciones posteriores.

Una comunicación acertada puede ayudar a que la persona reconozca que usa la ley del hielo para obtener lo que quiera y que desista de su uso, pero hay que tener presente que como es una estrategia que usa voluntariamente, puede que no desee dejarla a un lado e incluso que finja cambiar como parte de su manipulación. En ese caso, lo más saludable puede ser dar un paso al costado.

Qué hacer en el momento de la ley del hielo
Tras repasar los posibles patrones en los que la ley del hielo se puede presentar, veremos algunos consejos sobre qué hacer en el momento. Habitualmente cuando ocurre la ley del hielo, las emociones se encuentran muy alteradas, por lo que es importante interiorizar estas pautas y así poder usarlas en el momento oportuno.

Mantén la calma. La frialdad de nuestra pareja puede causarnos frustración e ira, pero es importante no dejarse llevar por esas emociones.

Regula tu respiración y evita el lenguaje ofensivo. Si te cuesta volver a la calma, pon distancia mientras la tensión emocional se disipa.
Reconoce las señales que tu pareja te da. Hay gestos, actitudes y acciones que delatan cuando la pared de hielo que puso tu pareja se está derritiendo. Es ahí cuando puedes volver a establecer los canales de comunicación. Si la otra persona no está dispuesta a hablar, es mejor esperar un poco más.
Usa un lenguaje conciliador.

Evita palabras agresivas y asume tu parte de responsabilidad como miembro de la relación. Reconoce las emociones del otro, hazle saber que te preocupas por su bienestar y que quieres poner de tu parte para que todo mejore.

No premies la ley del hielo. Evita a toda costa cualquier recompensa sobre esta conducta. Seguir discutiendo, aunque la persona no responda, mostrar excesiva culpabilidad, ceder ante los deseos del otro para que vuelva a ponernos atención, son todas formas de premiar la ley del hielo. En lugar de eso, espera a que la otra persona esté dispuesta a hablar y aborda los problemas de manera asertiva.

Tendrás grandes avances si aplicas lo que hemos visto, pero recuerda que, si las cosas no mejoran, siempre podéis buscar como pareja la ayuda puedes escribirme, con gusto te ayudaré a construir nuevas y mejores formas de comunicarse y una buena comunicación es clave para el éxito de una pareja.

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