La doble presión desde fuera del país, tanto de opositores y activistas como de la comunidad internacional, en especial el Vaticano y Estados Unidos, ha forzado a la dictadura de Daniel Ortega a entregar la fe de vida del obispo rebelde Rolando Álvarez, tras mes y medio desaparecido tras las rejas.
Bajo el epígrafe Monseñor Rolando Álvarez recibe visita de sus hermanos, el régimen sandinista ha publicado una serie de fotografías y una entrevista con el obispo de Matagalpa, condenado a 26 años de cárcel por traición a la patria. El prelado católico sufrió la ira de Ortega por negarse a subirse al avión en el que 222 presos políticos fueron conducidos en febrero al destierro.
«Nos alegra verle bien y saludable», aseguró el periodista tras la cámara a lo que Álvarez respondió con una sonrisa y mucha sorna: «¿Me ves bien? ¿Y saludable? ¿Y la cara cómo me la ves?». El obispo rebelde luce flaco y pálido, pero a lo largo de todo el montaje gubernamental exhibe templanza y un gesto afable para echar por tierra las acusaciones e insultos de Ortega, que en transmisión televisiva aseguró que se trataba de un desquiciado y energúmeno, «incapaz de tener el coraje de Cristo, que aguantó la crucifixión».
Álvarez agradeció a la Virgen Santísima la posibilidad de comer junto a sus hermanos Vilma y Manuel Antonio después de que Ortega ordenara su ingreso en una celda de castigo, conocida como El Infiernillo, una de las más siniestras del continente, con dos metros de largo por medio de ancho, siempre a oscura, sin ventilación y con el baño atorado.
Cortinas blancas para tapar las rejas de las celdas, mantel blanco, comida sobre la mesa y sillas de madera simulan un escenario imposible en una cárcel, la Modelo, en la que se vulneran los derechos humanos de forma constante.
«Esta puesta en escena queriendo engañar como si monseñor recibiera buen trato la conocemos los centenares de presos políticos que pasamos por esas mazmorras. Nuestras visitas de diciembre y enero fueron así: mesas, manteles, bufet, meseras (camareras), tenedores, coca cola, jugos y sin ser esposados», desveló el ex prisionero político Miguel Mendoza, reconocido periodista deportivo.
«Hay fotógrafos y camarógrafos pendientes de cuando sonreís con la familia. Además tenés que posar, sino te amenaza con enviarte a la Chiquita (celda) o quitarte la próxima visita», añadió Mendoza. «Una vez la visita se acaba y la familia se va, no te da tiempo a saborear esos últimos instantes nostálgicos: regresan las bridas, tenés que caminar viendo hacia abajo, te desnudan, te ponen a hacer sentadillas y llegan las requisas a las celdas buscando algo que hayas escondid», finaliza el ex preso político.
«Nadie puede estar feliz en una cárcel. Monseñor Álvarez es un obispo, su felicidad es estar con el pueblo de Dios a él encomendado y debería estar en preparativos de Semana Santa con sus sacerdotes. ¡Libérenlo!», exigió el padre católico Edwing Román desde su exilio en Estados Unidos.
Cactus24 27-03-23