El pasado 3 de enero se cumplieron 72 años de operación de la Refinería Amuay, parte del Centro de Refinación Paraguaná, CRP, uno de los tres más grandes del mundo, conjuntamente con la Refineria Cardón.
Quizás el hecho de que el número 72 no es 75 u 80 explica el pequeño registro de la efemérides, pero independientemente del número de años, este hecho, junto con el correspondiente a la Refineria Cardón, constituyen dos realizaciones de las más importantes en la historia de Venezuela.
Es importante destacar que el muy querido Monseñor Iturriza, el por siempre Obispo de Coro, honró ambos complejos impartiéndoles su bendición. No se deben pasar por alto los grandes trabajos posteriores de remodelación que fueron el MPRA en Amuay y el PARC en Cardón. Muchos pueden decir que se trata de un gran logro único.
Se aprecia que el significado de esta fecha se hace más patente, paradójicamente, como consecuencia de la situación terrible en la cual se encuentre el complejo en el presente a un nivel muy abajo de operación.
Entre las muchas cosas que se pueden decir acerca de esta empresa, se puede destacar su carácter “dialéctico ” representativo del proceso de desenvolvimiento de nuestro país, en el sentido, por un lado, de constituir uno de los mayores éxitos de Venezuela, como también lo son el tiempo durante el cual disfrutamos de democracia, libertad y bienestar a partir del 23 de enero de 1958, el Sistema de Orquestas Sinfonicas y Coros Juveniles e Infantiles, El Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, SIDOR y tantos otros; y por otro lado, el que puede ser nuestro fracaso mas estruendoso, como es el proceso destructivo cumplido durante los años posteriores a 1998, cuando la calidad de vida del pueblo venezolano cayo incluso por debajo del nivel de caída del grado de operacion del CRP ya referido.
Para 1945 Punto Fijo no terminaba de nacer formalmente. La empresa Mene Grande había instalado un terminal para embarcar petróleo traído desde el Lago de Maracaibo para enviarlo hacia Estados Unidos. , y eso hizo que creciera lo que existía desde años atrás en Carirubana, básicamente una población de pescadores. Para el año referido, las empresas Shell y Creole iniciaron la construcción de las refinerías Cardón y Amuay, las cuales en el tiempo conformaron el Centro de Refinación Paraguaná, un gran orgullo legítimo de nuestro país, pero hoy lamentablemente disminuido a algo cercano a 5%, como consecuencia de su pésima gerencia durante los últimos ya unos cuantos años.
Con relación al origen y desenvolvimiento de Punto Fijo, es interesante tener presente que Uslar Pietri dijo alguna vez: “A veces me pregunto qué será de ésas ciudades nuevas de lucientes casas y asfaltadas calles que se está levantado ahora en los arenales de Paraguaná, el día que el petróleo no siga fluyendo por el oleoducto. Sin duda quedarán abandonadas deshaciéndose en el polvo y regresando a la informe desnudez de la tierra”.
Hoy se vuelve a decir que Punto Fijo es una realidad imperecedera que borra y despeja esa incertidumbre, que se diversifica y significa bienestar para su población, porque a diferencia de los colonizadores en busca de El Dorado, y de los desalmados que hoy, con la indiferencia y complicidad gubernamental, piratean y destruyen la muy rica naturaleza venezolana en el sur, en el llamado Arco Minero, este conglomerado urbano se ha construido fundamentalmente con la obra de nuestra gente, no del gobierno, liderada y motivada en su emprendimiento inicial por aquellos que sembraron semillas de bienestar en tierra fértil, y es oportuno recordarlos con Don Rafael González.
Los trabajos de construcción de las refinerías generaron un muy fuerte impulso de atracción de personas de otras partes de Paraguaná, del estado Falcón y de otros estados de Venezuela, e incluso de otros países, lo cual, junto con el surgimiento y crecimiento de las actividades económicas necesarias para atender la demanda de bienes y servicios de la creciente población, se tradujo en el importante incremento poblacional de Punto Fijo, lo que ha hecho de esta ciudad la más grande del estado Falcón, y una de las más grandes de Venezuela, e incluso, según algunos, un caso único como consecuencia del hecho que su existencia se debe, en medida determinante, al esfuerzo creador de los habitantes de la misma, algo que no se debió a una decisión oficial fundacional, o de naturaleza similar, sino al impacto que ejerció la construcción de las refinerías Cardón y Amuay en el sentido de generar la afluencia del valiosísimo conjunto de personas que terminaron materializando ese gran logro que es la ciudad de Punto Fijo. Este hecho es precisamente la razón fundamental para que se califique de caso único.
Es cierto que hubo daño ambiental, es cierto que Punta Cardón, Las Piedras, Carirubana y Amuay, y sus pobladores, registraron impactos negativos, pero cuando al lado de esto se colocan los amplísimos efectos e impactos positivos, las inmensas inversiones, incluyendo las necesarias para purificar los gases desprendidos a la atmosfera; los miles de empleos generados, el desarrollo de la ciudad y muchos otros efectos, hasta el punto que de no ser por la instalación de estas plantas, Punto Fijo no existiría, el balance no arroja ninguna duda, la refinación del petróleo ha significado existencia, progreso y desarrollo.
Es justo tener presente a quienes dirigieron el trabajo de estas plantas, entre quienes se recuerda a los siguientes gerentes venezolanos, sin algún ordenamiento, a Renato Urdaneta, Luis Urdaneta, Rafael Pardo, Rafael Strauss, Francisco Ferry, Alberto Beuses, Heraldo Sifontes, Luis Giusti,Ramon Cornieles, Gustavo Coronel, Leo Wllthew, Leopoldo Aguerrever, Javier Hernandez, Javier Larrañaga, Edgar Rasquin, Ivan Hernandez, Luis Rivas y otros cuyo nombre lamentablemente se me escapa.
Se debe reconocer que esta extraordinaria historia de crecimiento fue producto de la capacidad profesional, mística de trabajo y honradez intelectual de sus trabajadores, conductas que fueron desarrolladas y estimuladas desde el mas alto nivel empresarial, sin distingos de clase social y orientación política, y que caracterizaron siempre a la industria petrolera venezolana. A ellos nos los recuerda hoy Damelys Zambrano en su importante texto al respecto. Me permito representarlos en Carlos Ocando, Emilio Dawson, Diego Subero(El Cuji de Diego), Clara Brett, Luisa Gonzalez, Sonia Escalante de Jatem, El Tuqueque.
No me es posible traerlos a todos al presente, pero yo me he permitido representarlos a todos ellos, tambien como vecinos de Punto Fijo, en la persona, como ya dije, de Don Rafael Gonzalez.
No debo extenderme refiriéndome a tantos males que nos agobian debido principalmente al peor gobierno de nuestra historia, y seguramente de otras historias, empeñado sin expllcacion racional en hacer las cosas de la manera equivocada.
Pero si quiero resaltar, en esta fecha significativa, como otras, que asi como nos hemos equivocado, y pagado el costo muy doloroso, también hemos tenido exitos, y los podemos volver a tener si hacemos la cosas que debemos hacer, como se deben hacer, como lo hicimos, por ejemplo, con el CRP.
Douglas Jatem villa