Un bebé de ajolote mexicano fue encontrado por una familia cuando visitaban una iglesia en Venezuela. La cría del anfibio —amenazado en peligro crítico de extinción— estaba dentro de una pequeña bolsa que abandonaron debajo de una imagen de la Virgen del Carmen, reconocida dentro de la creencia católica como la patrona del mar y de los marineros.
Tras el hallazgo de esta especie, única en sus características físicas y genéticas, la familia llamó a la médico veterinario, artista plástico y directora de la Fundación Plumas y Colas en Libertad, Grecia Marquís, quien sostuvo una conversación con RT para explicar cómo fue el rescate del animal.
«Cuando lo recibimos era un bebé, un animalito chiquitico que medía como 7 centímetros y no tenía paticas. Ya tiene un mes conmigo y le salieron sus extremidades, está en estado juvenil, ha crecido bastante y mide unos 12 centímetros», detalla Marquís.
La médico veterinaria destaca que durante la estadía del ajolote en su fundación, ubicada en una zona boscosa de la Gran Caracas, el pequeño vertebrado ha demostrado que es dócil y amistoso. «Come bastante y lo hace de mi mano, porque son animales amigables. Ellos son carnívoros, le doy camarones disecados ó pedacitos de pollo crudo que han sido congelados antes para evitar que tengan bacterias. Es muy voraz y diariamente come la medida de una cucharada pequeña de proteína».
Marquís, que tiene 20 años de experiencia de trabajo con animales y fauna silvestre, añade que el ajolote «es uno de los animales más impresionantes, maravillosos y extraños del planeta», porque es un anfibio que no hace metamorfosis, como ocurre con la Salamandra; y es capaz de regenerar partes y tejidos de su cuerpo.
«Es impresionante cómo puede regenerar su cuerpo, lo que lo convierte en el único vertebrado capaz de regenerar sus extremidades y tejidos de sus pulmones, corazón, ojos, ovarios, médula espinal y cerebro. Esto lo hace gracias a su carga genética, a su genoma, que es diez veces mayor a la del humano, de allí sus increíbles capacidades».
El ajolote es un animal longevo, que puede vivir en su hábitat natural unos 10 años y en cautiverio hasta 20. Además puede llegar a medir 25 centímetros y se alimenta principalmente de moluscos, gusanos, larvas de insectos, crustáceos y algunos peces pequeños.