Una cancelación de los Juegos Olímpicos de Tokio -lo mismo que una postergación o la realización de justas sin público- tendría un impacto tan global como la misma propagación del coronavirus que hace peligrar la competencia.
El Comité Olímpico Internacional y los organizadores locales dicen que los Juegos se llevarán a cabo como estaba programado, pero el reloj sigue avanzando.
El destino de los Juegos afecta a 11.000 deportistas, además de 4.400 paraolímpicos, técnicos y dirigentes, organizadores, el gobierno japonés y el orgullo nacional, medios de transmisión, aficionados y patrocinadores de todo el mundo. Súmele a esto hoteles, aerolíneas y choferes de taxi, así como 80.000 voluntarios que no cobran y que se perderían una oportunidad única en la vida.
Kazuhiro Tateda, experto en enfermedades infecciosas y miembro de una comisión del gobierno japonés, dijo que el virus probablemente tarde en desaparecer.
«A diferencia de la gripe, que se va cuando llega el verano, pareciera que el coronavirus podría durar entre seis meses y un año», dijo Tateda.
El COI tiene numerosos reaseguros financieros en caso de una cancelación, algo que se ha dado una sola vez, durante tiempos de guerra, desde el inicio de los Juegos Olímpicos modernos en 1896. El último informe anual indica que tiene una reserva de casi $2.000 millones, que podría cubrir los gastos hasta los Juegos Olímpicos de Invierno del 2022 en Beijing.
Los informes anuales del COI señalan que pagó $14.4 millones por un seguro para protegerse de una eventual cancelación de los Juegos del 2016 en Río de Janeiro y $12.8 millones para asegurar los Juegos de Invierno del 2018 en Pyeongchang, Corea del Sur.
El contrato firmado por el COI con la ciudad de Tokio estipula que se pueden cancelar los Juegos por razones de fuerza mayor.
Los más perjudicados por una cancelación podrían ser los deportistas, según Victor Matheson, economista especializado en el deporte del College of the Holy Cross de Worcester, Massachusetts.
Matheson dijo que las pérdidas que sufran hoteles y otros servicios difícilmente estén aseguradas. Las inversiones en estadios parecen riesgosas.
La empresa madre de NBC, Comcast, dijo que, gracias a los seguros y a la forma en que se redactan los contratos, la cadena no sufriría pérdidas si se cancelan los Juegos. Pero dejaría de percibir el dinero de los avisos, que en Río 2016 llegó a $250 millones.
Christopher Chase, abogado de Nueva York especializado en el deporte, la propiedad intelectual y los medios de prensa, dijo que difícilmente los patrocinadores y los medios de comunicaciones demanden por ruptura de contrato si los Juegos no se llevan a cabo o si cambian las condiciones. Indicó que estos contratos generalmente tienen cláusulas que los protegen en situaciones extraordinarias.
Pero «todo aquel que ya haya pagado por alojamientos, vuelos y demás, probablemente pierda ese dinero. El dinero de los patrocinadores es la menor de las preocupaciones», dijo Chase.