El presidente ruso, Vladímir Putin, llamó hoy a la comunidad internacional a combatir juntos el terrorismo y el neonazismo, al tiempo que negó que la demostración de fuerza en la Plaza Roja durante el tradicional desfile militar del Día de la Victoria sea una amenaza para el mundo.
«Rusia está abierta a cooperar con todos aquellos que estén dispuestos a comprometerse en combatir el terrorismo, el neonazismo y el extremismo», dijo Putin al comienzo de la parada en el 74 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.
Putin aseguró que, como cuando el mundo se enfrentó a la amenaza nazi, la «respuesta colectiva» sigue teniendo una importancia crucial para derrotar a los que defienden «ideas mortíferas», en clara alusión a los yihadistas.
«Llamamos a todos los países a asumir la responsabilidad común de crear un sistema de seguridad eficaz y igual para todos», aseguró.
Más de 13.000 soldados desfilaron durante una hora por la histórica plaza, por donde también pasaron los misiles de crucero Iskander y las baterías antimisiles Tor y Buk, piezas de artillería, tanques y blindados.
También rodaron frente al Kremlin y el mausoleo de Lenin los misiles antiaéreos S-400 (Triumph) adquiridos recientemente por Turquía, en vez de los Patriot estadounidenses, lo que provocó el enfado de Washington y una condena de la OTAN.
Como ya es tradición, la estrella de la parada fue el legendario tanque T-34, que hizo estragos en las filas alemanas durante la conocida en este país como Gran Guerra Patria, pero también tuvo protagonismo el tanque de nueva generación Armata.
Veteranos con condecoraciones soviéticas en el pecho fueron invitados a asistir al desfile, mientras cientos de miles de personas llenaron las calles de la capital rusa para ver el paso de los últimos ingenios militares.
Eso sí, las malas condiciones climatológicas impidieron que surcaran los cielos como es habitual los cazas de última generación, los bombarderos estratégicos y los helicópteros de asalto.
«Todas estos desfiles y marchas no buscan blandir armas y atemorizar a alguien. Se celebran precisamente en honor a los vencedores», comentó Putin, quien insistió en que el objetivo es conseguir que lo ocurrido en la contienda jamás se repita «en la historia de la humanidad».
La tradición de conmemorar el Día de la Victoria con un desfile se rompió en 1991, el año en que se desintegró la URSS, práctica que su sucesor, la Federación Rusa, retomó en 1996.
En 2008, año en que Putin cedió el Kremlin para asumir el cargo de primer ministro hasta 2012, también se recuperó la costumbre de exhibir misiles y armamento pesado en la Plaza Roja.
Como había adelantado el Kremlin, ningún mandatario occidental acompañó a Putin durante el Día de la Victoria, evento boicoteado por EEUU y la Unión Europea desde la anexión rusa de Crimea en 2014.
Sólo el presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, hizo acto de presencia, aunque el Kremlin espera que mandatarios internacionales sí acudan al desfile el próximo año, cuando se conmemorará el 75 aniversario de la capitulación nazi.
Precisamente, Putin felicitó hoy efusivamente a la población de Crimea por el aniversario de la liberación de la península del yugo nazi, en 1944.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, al que Putin apoya en su antagonismo con la oposición y EEUU, utilizó twitter para felicitar al líder y al pueblo ruso por el Día de la Victoria, «una gesta heroica que inspira a quienes luchamos contra el neofascismo y el neocolonialismo imperial», según dijo.
Al término del desfile comenzó la marcha del Regimiento Inmortal, en la que los rusos portan los retratos de familiares que combatieron en la contienda, que se cobró la vida de más de 27 millones de personas.
A ella se sumó el jefe del Kremlin, que llegó a la columna en el centro de Moscú portando el retrato de su padre, Vladímir, que fue herido cuando el Ejército Rojo intentaba romper el cerco de Leningrado.
«La tragedia de la guerra tocó prácticamente a todas las familias. Y, por ello, siempre la recordaremos», comentó.
A su vez, consideró «inadmisible» que algunos países tergiversen lo ocurrido en la guerra y conviertan en «ídolos» a los que «sirvieron el nazismo».
Sin mencionarlo, el jefe del Kremlin se refería a la vecina Ucrania, donde el líder nacionalista Stepán Bandera, acusado por Moscú de ser un colaborador nazi, es glorificado por parte de la población y su nacimiento es fiesta nacional desde principios de año.
Similares paradas militares se celebran en otros lugares como la antigua Stalingrado (actual Volgogrado), el puerto crimeo de Sebastopol, las bases militares rusas en Siria y las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk en el este de Ucrania.
Cactus24 09-05-19