La metástasis del cáncer de mama, un fenómeno que complica significativamente el tratamiento y disminuye las tasas de supervivencia, podría tener una raíz hereditaria hasta ahora poco explorada.
Un estudio reciente ha puesto bajo la lupa al gen PCSK9, conocido por su papel en la regulación del colesterol, revelando que una variante específica, la V474I, está estrechamente vinculada a la propagación de esta enfermedad.
La investigación, publicada en la revista Cell y divulgada en la web de nationalgeographic, identifica cómo esta variante genética, presente en diversas poblaciones alrededor del mundo, actúa como un motor en la diseminación de células cancerígenas hacia órganos distantes.
Este descubrimiento no solo mejora nuestra comprensión de los factores que favorecen la metástasis, sino que también abre una ventana para el desarrollo de tratamientos dirigidos.
Históricamente, el gen PCSK9 ha sido estudiado por su capacidad de regular los niveles de colesterol en la sangre. Sin embargo, su papel en el cáncer de mama ha pasado desapercibido hasta ahora. En un modelo experimental con ratones, los investigadores hallaron que esta variante genética promueve la colonización metastásica al eliminar un freno natural en dos genes clave relacionados con la propagación del cáncer: XAF1 y USP18.
Curiosamente, aunque los tratamientos actuales con estatinas no parecen evitar la metástasis, la inhibición terapéutica de PCSK9 mediante anticuerpos ya aprobados para el tratamiento del colesterol ha mostrado resultados alentadores. Según el oncólogo Sohail Tavazoie, autor del estudio, este enfoque puede no erradicar el cáncer, pero sí reducir significativamente la probabilidad de metástasis.
El alcance de esta variante genética es impresionante: cerca del 70% de las personas de ascendencia europea o africana poseen ambas copias del gen alterado, una cifra que se eleva a casi el 100% en poblaciones asiáticas orientales y sudamericanas. Este hallazgo subraya la necesidad de considerar factores hereditarios en la evaluación del riesgo de metástasis.
En un estudio de cohortes realizado en Suecia, las personas con dos copias del gen alterado presentaron un 22% de riesgo de recaída metastásica en un plazo de 15 años tras su diagnóstico inicial, en comparación con un escaso 2% en aquellas sin la alteración. Estos datos no solo iluminan la complejidad del cáncer de mama, sino que también instan a una reevaluación de los enfoques terapéuticos.
Si bien los resultados actuales no apuntan a una cura definitiva, la posibilidad de reducir la diseminación metastásica mediante anticuerpos dirigidos al PCSK9 es prometedora.
Como señala Tavazoie, el inicio temprano de este tratamiento, incluso antes de la aparición del cáncer en pacientes con alto riesgo genético, podría revolucionar la prevención y la supervivencia.
Cactus24 (02-01-2025)
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