Más de tres décadas después del brutal estallido de una burbuja especulativa, la Bolsa de Tokio batió el jueves su máximo histórico de finales de 1989.
El índice de referencia Nikkei 225 creció un 2,19% y terminó la sesión con una cotización de 39.098,68 puntos, superando el récord previo de 38.915,87 puntos registrado el 29 de diciembre de 1989.
El índice de referencia de la bolsa japonesa ya había crecido un 28% en 2023, su mejor rendimiento anual en diez años, y acumula una subida de casi el 17% en lo que va de 2024.
Distintos factores explican este buen rendimiento, pero sobresale la debilidad del yen, que hace más atractivos los títulos japoneses para los inversores extranjeros e hinchan artificialmente los resultados de sus empresas orientadas a la exportación.
Esta caída de la divisa nipona obedece a la divergencia entre la política monetaria ultraflexible del Banco de Japón en comparación a sus homólogos en otros países, que aumentaron significativamente sus tipos de interés desde 2022 para frenar la inflación.
La Bolsa de Tokio se sustenta por “la esperanza de que el yen barato seguirá, teniendo en cuenta las políticas monetarias flexibles del Banco de Japón, lo que implicará un aumento de precios y de salarios”, comentó recientemente Takahide Kiuchi, economista de Nomura Research Institute.
Sin burbuja, por ahora
La Bolsa de Tokio se beneficia también del marasmo de los mercados financieros chinos, lastrados por la crisis inmobiliaria y la lenta recuperación económica en el gigante asiático.
Los inversores extranjeros preocupados por el riesgo geopolítico pero que quieren mantener sus activos en Asia encuentran en Tokio una buena alternativa a los mercados chinos.
Un ejemplo es el famoso inversor estadounidense Warren Buffett, que desde 2020 invierte en varias empresas japonesas y que el año pasado reafirmó su confianza en el mercado tokiota.
Además, las firmas japonesas cuidan más a sus accionistas que en el pasado con dividendos más elevados y readquisiciones de títulos más frecuentes.
A nivel interno, la existencia de incentivos fiscales más generosos en el archipiélago desde 2024 ha animado a más japoneses a invertir en bolsa.
De todos modos, los analistas no observan en este crecimiento una burbuja como la de los años 1980, cuando el precio del metro cuadrado en algunos barrios de Tokio era 350 veces más elevado que en la isla neoyorquina de Manhattan.
“Los precios de las acciones no son tan caros comparados a los años de la burbuja”, afirmó Asuka Sakamoto, economista jefe en la firma Mizuho Research & Technologies.
De hecho, la economía japonesa es todavía frágil, con una pequeña recesión a finales de 2023, vinculada a la debilidad del yen y la inflación.
Cactus24 22-02-24