En una breve declaración hecha pública este miércoles por la mañana, Borrell ha expresado su condena inequívoca a los recientes incidentes ocurridos en Suecia y Dinamarca, en los que un pequeño grupo de manifestantes quemó públicamente el Corán, el libro sagrado del Islam.
«La profanación del Corán, o de cualquier otro libro considerado sagrado, es ofensiva, irrespetuosa y una clara provocación. Las expresiones de racismo, xenofobia y formas conexas de intolerancia no tienen cabida en la Unión Europea», ha asegurado Borrell.
Las acciones, que han acaparado titulares internacionales, fueron aprobadas por las autoridades locales por considerarlas compatibles con la libertad de expresión y el derecho de manifestación, dos pilares de las democracias liberales. Ni Suecia ni Dinamarca tienen una ley contra la blasfemia.
Pero el mundo musulmán ha reaccionado con ira e indignación, denunciando las quemas como un «delito de odio» y un «ataque despreciable» contra un libro que se considera que contiene la palabra de Dios revelada al profeta Mahoma.
Irak, Líbano, Argelia y Egipto son algunos de los países que han expresado su descontento y han tomado medidas diplomáticas en represalia. En Bagdad, una multitud prendió fuego a la embajada sueca la semana pasada, provocando su evacuación.
En su declaración, Borrell reconoce la «ofensa a muchos musulmanes» causada por los incidentes y afirma que el respeto a la diversidad religiosa es uno de los «valores fundamentales» del bloque.
«Seguimos defendiendo la libertad de religión o creencia y la libertad de expresión, en el extranjero y en casa; pero no todo lo que es legal es ético», ha defendido Borrell.
«Ahora es el momento de permanecer unidos por el entendimiento y el respeto mutuos. Estos actos cometidos por provocadores individuales sólo benefician a quienes quieren dividirnos a nosotros y a nuestras sociedades», ha apuntado el Alto Representante.
Varios países europeos, como los gobiernos sueco y danés, también han hecho críticas similares. Pero la delicada cuestión de cómo equilibrar la libertad de expresión y el respeto a la religión sigue buscando una respuesta definitiva.
A principios de este mes, 11 países occidentales, entre ellos Alemania, Francia, Bélgica, Finlandia, Reino Unido y Estados Unidos, votaron en contra de una resolución del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU) que consiguió un amplió respaldo y que instaba a las naciones a «abordar, prevenir y perseguir los actos y la apología del odio religioso que constituyan incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia», como la quema del Corán.
La coalición occidental argumentó que la resolución entraba en conflicto con su forma de entender los derechos humanos y la libertad de expresión. Algunos países latinoamericanos, como México, Paraguay y Chile, optaron por abstenerse, mientras que una mayoría de miembros, como Pakistán, Catar, Marruecos, China, Sudáfrica, Vietnam y Ucrania, se mostraron a favor.
«No corresponde ni a las Naciones Unidas ni a los Estados definir lo que es sagrado», aseguró entonces el embajador francés Jerome Bonnafont.
Costa Rica, el único país del Sur Global que votó en contra del texto del CDHNU, afirmó que «cualquier expresión crítica con las religiones no constituye en sí misma una incitación a la violencia y la discriminación».
Cactus24 26-07-23