Aceptar que la vida es cambio nos permite vivir el aquí y ahora más tranquilamente, disfrutar de lo que tenemos entre manos, sin preocuparnos de si lo perderemos o no.
La vida es un viaje maravilloso, pero no estático, estamos en constante cambio. Todo tiene un principio y un final y las cosas que ayer estaban, mañana puede que se esfumen de nuestro presente. Aceptar que la vida es cambio nos permite vivir el aquí y ahora más tranquilamente, disfrutar de lo que tenemos entre manos, sin preocuparnos de si lo perderemos o no.
Es importante aprender a cerrar etapas, capítulos o historias de nuestra vida porque precisamente eso es vivir: cambiar, renovarse y no permanecer en la dichosa -y ya famosa- zona de confort más tiempo del necesario.
El miedo a la incertidumbre
El cambio genera incertidumbre y esa incertidumbre nos da miedo. El ser humano tiene mucho deseo de control, pero como seres racionales que somos, es preciso aprender que la seguridad no existe, excepto en el caso de la muerte. Por mucho que intentemos controlar nuestro mundo, habrá ciertas situaciones o circunstancias que sucederán sin que lo esperemos y sin que tengamos ningún poder para modificarlas.
Por lo tanto, deja de intentar controlar, no puedes y te creará mucho malestar. Interioriza la idea, real y verdadera, de que las cosas pueden terminarse y eso estará bien porque es lo normal, forma parte de la vida. Porque la vida es cambio.
No quieras permanecer donde ya no hay que estar por miedo a la incertidumbre. Quizás hoy sufras por haber cerrado un capítulo, pero mañana te alegrarás y volverás a abrir otro y lo más seguro es que sea mucho mejor. Será mejor porque tú lo harás mejor, habrás aprendido de las anteriores etapas, habrás sacado conclusiones y habrás madurado como persona.
Tómate los recuerdos como lo que son e intenta no mezclarlos con sentimientos demasiado exagerados. Lo que se fue ya no volverá y no merece la pena darle vueltas. Ahora tienes ante ti una nueva etapa, para descubrir, para explorar, para conocerte mejor y sobre todo para apreciar y disfrutar.
Si reflexionas fríamente, alejado de las emociones, verás que nada es totalmente bueno, ni totalmente malo. Si se acabó tu relación y te toca cerrar esa etapa, puedes pensar que quizá ahora puedas hacer cosas que antes con esa persona no podrías, o que has aprendido lo que no quieres en tu vida.
Es cierto que las cosas buenas que tenías con esa persona también las perderás, pero como hemos comentado antes, vendrán otras cosas buenas a tu vida, se abrirás nuevas puertas, descubrirás nuevos caminos.
Todo cambia, todo pasa, todo se reinventa. Nosotros mismos también, evolucionamos como personas, no nos mantenemos estáticos. La persona que éramos ayer, no es la misma de ahora. Crecemos, maduramos, envejecemos y morimos; ese es el orden natural de las cosas y no tenemos que ir contra corriente ni intentar modificarlo, sino aceptarlo con serenidad.
Toda etapa encierra un placer, algo positivo, algo nuevo, nunca nada es totalmente malo, aunque ahora mismo no tengas la capacidad para darte cuenta de ello.
¿Cómo desprenderse del miedo?
La vida es cambio y cuando rechazamos esto, el miedo puede acecharnos. ¿Cómo podemos desprendernos de este miedo? Para empezar, tenemos que aceptar que la vida es cambio para así poder continuar con los siguientes consejos.
Deja de preguntarte el por qué de las cosas
¿Por qué tuvo que fallecer?, ¿por qué me dejó por otro?, ¿por qué se rompió?, ¿por qué me despidieron? Yo te pregunto: ¿Por qué te preguntas eso?, ¿acaso crees que se va a solucionar tu problema? ¡Qué más da!
El pasado, pasado está, déjalo ir, no te vayas a crear otro problema ni frustraciones innecesarias por averiguar el por qué. Quizás nunca sepas el por qué de nada y si lo sabes tampoco te va servir para nada.
Revisa tu diálogo interno
No te digas cosas como “no es justo que esto termine”, “mi vida no tiene sentido después de mi ruptura”, etc. Son ideas falsas, exageradas y poco prácticas. Te adaptarás al cambio tarde o temprano, pero lo harás mucho antes si aprendes a manejar bien tus ideas y pensamientos.
Para ello, tienes que cambiarlos por frases más realistas -que no positivas- hasta que comiences a creértelas y automatizarlas: “Puede que sea injusto que esto termine, pero la vida es injusta por definición. Podré soportarlo”, “El sentido de mi vida no depende de una persona en concreto, pues tengo más cosas de las que puedo disfrutar”.
Despréndete de cosas que no te aportan nada, sin miedo
Tira lo viejo, borra fotos, rompe documentos, regala ropa, cambia de casa, de pareja o de trabajo… No te quedes anclado en donde no encajas ya mucho tiempo. La vida es cambio y tiene que fluir.
Empieza a construir desde tu presente y proyecta tu futuro . Eso que tu crees que necesitas y que es imprescindible para tu vida, en realidad no lo es. Imprescindible es comer, respirar, dormir, beber…lo demás es solo una rutina, una costumbre y el ser humano es capaz de acostumbrarse y de desacostumbrarse, de habituarse y deshabituarse… puedes hacerlo, ¡ponte a ello, sin miedo!, ¡no va a pasar nada terrible!
Intenta poner en marcha estos tres pasos y ganarás sabiduría, madurez, fortaleza y salud mental. Asume, abraza y acepta los cambios; hazlos parte de ti, de tu vida, de tu mundo.
Mira hacia adelante, como cuando vas conduciendo y nunca hacia atrás. El espejo retrovisor solo hay que mirarlo un instante, pero tenemos que conducir mirando hacia adelante, observando y aceptando lo que está llegando y lo que está por venir