A petición de las autoridades militares de Malí, el Consejo de Seguridad de la ONU puso fin este viernes a la misión de los Cascos Azules en ese país africano, escenario de la penetración de las virulentos ataques de grupos yihadistas.
En un discurso ante el Consejo de Seguridad, el pasado 16 de junio que tuvo el efecto de una bomba, el ministro maliense de Relaciones Exteriores, Abdoulaye Diop, denunció «el fracaso» de la misión de la ONU (Minusma) y pidió la «retirada sin dilación».
En estas condiciones, el Consejo de Seguridad que se preparaba para examinar la renovación del mandato, aunque eventualmente modificado, tuvo que certificar la muerte de la operación más costosa de la ONU (1.200 millones de dólares anuales).
La resolución, que fue adoptada por unanimidad de los 15 miembros del Consejo adoptada, decide «poner fin al mandato de la Minusma a partir del 30 de junio».
Los cascos azules cesarán sus actividades el 1 de julio para empezar a organizar el desmantelamiento de su operación, «con el objetivo de terminar el proceso para el 31 de diciembre de 2023».
Hasta finales de septiembre, podrán proteger a los civiles «en los alrededores» de sus posiciones.
La misión, que cuenta con una decena de bases repartidas por el territorio, fue creada en 2013 para ayudar a estabilizar al estado amenazado con desmoronarse por los ataques yihadistas, proteger a los civiles, contribuir a los esfuerzos de paz y defender los derechos humanos.
Según la última evaluación del secretario general de la ONU Antonio Guterres, poner fin a la misión es prematuro.
Unos días antes del anuncio de la junta maliense, Guterres estimó que la presencia de Minusma es «valiosa» y recomendaba que se mantuviera con los mismos efectivos, aunque enfocándose en prioridades limitadas.
Varios países de la región, «particularmente preocupados por la expansión de los grupos extremistas» y «el riesgo de propagación de la inestabilidad» habían pedido incluso que se reforzara su mandato, según el informe.
La retirada de la misión de la ONU va a «afectar» a los malienses, lamentó la delegación de Estados Unidos, pese a que votaron a favor de la resolución. De la misma opinión son la mayoría de los miembros del organismo.
174 cascos azules muertos
Pero uno de los principios de mantenimiento de la paz de la ONU es el «consentimiento» del país que los recibe.
Las relaciones entre las autoridades malienses y la misión se erosionaron desde que los militares asumieron el poder en 2020.
La ONU denunció regularmente los obstáculos de las autoridades locales a los desplazamientos de los cascos azules. Asimismo, algunos países empezaron a retirar a sus tropas debido a la multiplicación de ataques contra la misión, que han dejado 174 muertos desde 2013.
La junta reclamaba por su parte que Minusma dejara los derechos humanos de lado y se centrara más en repeler a los grupos terroristas.
Un argumento que defendía Rusia, país al que la junta militar se dirigió militar y políticamente, en detrimento de Francia, antigua potencia colonial.
Ahora, es necesario organizar la salida de más de 13.000 militares y policías y de sus equipos, desde helicópteros a vehículos blindados.
El calendario de la retirada ha sido objeto de complejas negociaciones en los últimos días.
Malí, apoyado por Rusia, trató de reducir el tiempo para la retirada, según fuentes diplomáticas, frente a algunos miembros del Consejo que consideran que el plazo de seis meses es demasiado corto para organizar una salida segura para los cascos azules.
La retirada de las tropas internacionales también genera temores en la población maliense.
«Es posible que los extremistas aprovechen esta oportunidad para aumentar la violencia», comentó Julie Grégory, del grupo de reflexión estadounidense Stimson Center.
Y «los responsables de la ONU temen que cuando los soldados de la paz se vayan de sus bases, Wagner (el grupo mercenario ruso) ocupe sus instalaciones», estima Richard Gowan, del International Crisis Group.
Tras la rebelión abortada del jefe de Wagner Yevgueni Prigozhin, el 24 de junio, Moscú aseguró que este ejército privado seguirá operando en Malí, donde es a menudo acusado de perpetrar violaciones de los derechos humanos.
«Seamos claros, el grupo Wagner no es la respuesta, independientemente de que opere por sí solo o bajo control directo de Moscú», advirtió recientemente el embajador británico adjunto ante la ONU James Kariuki.
Cactus24 30-06-23