Heather Armstrong, era una bloguera de Salt Lake City que desde 2001 escribía públicamente acerca de su maternidad en dooce.com.
Su forma de escribir y lo global de sus problemas para criar a hijos a lo largo de las diferentes etapas de la vida, hicieron el Armstrong fuera bautizada como “la reina de las mamás blogueras” que vivía junto a sus dos hijos, a quien tuvo con su expareja Jon Armstrong: Leta, de 19 años, y Marloin, de 13.
Armstrong había reconocido públicamente que estaba atravesando un tratamiento por su adicción al alcohol y, según las primeras versiones, una recaída la habría llevado a tomar la decisión de quitarse la vida.
El encargado de informar la triste noticia fue su pareja desde hace seis años, el excandidato a senador Pete Ashdown, que explicó que encontraron el cuerpo de Armstrong en la casa familiar el martes por la noche.
En 2009, ya con el éxito de su blog instalado, Armstrong publicó una autobiografía, a la que le seguirían otros libros y le abrirían las puertas a los programas de TV más famosos de los Estados Unidos, como el show de Oprah Winfrey.
Según relató en sus libros y blog, había sufrido depresión crónica, pero recién fue diagnosticada y tratada en la universidad. El final de su matrimonio le significó una baja en su popularidad que repercutieron en estado emocional y mental. Incluso, esto la empujó a sumarse a un ensayo clínico en el Instituto Neuropsiquiátrico de la Universidad de Utah donde fue inducida, químicamente, a un coma durante 15 minutos seguidos a lo largo de 10 sesiones.
Tras el paso por esa experiencia médica, en una entrevista con Vox, dijo: “Sentía que la vida no estaba hecha para vivirla. Cuando estás tan desesperado, intentas cualquier cosa. Pensé que mis hijos merecían tener una madre feliz y saludable, y necesitaba saber que había intentado todas las opciones para ser eso para ellos”. Incluso, volcó esto en su tercer libro (publicado en 2019) al que tituló: “El valor de estar muerto: la verdadera historia de morir diez veces para vivir”. “Quiero que las personas con depresión sientan que son vistas”, aseguró.
Sobre si las redes sociales habían logrado influenciar en sus estados emocionales, dijo: “El odio era muy, muy aterrador y muy, muy duro de vivir. Se te mete en la cabeza y te carcome el cerebro. Se hizo insostenible”.
CACTUS24 11-05-23
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