Antes de la estampida de personas huyendo de la crisis de Venezuela, Fundabarrios era considerado uno de los barrios «candela», peligroso, zona roja de Coro, el del barrio Chino, del toque de queda después de las 6:00 de la tarde, el de las tarifas más altas en taxis, el de las casas más baratas de la ciudad…
Sin embargo y de acuerdo con una investigación de nuestro medio y seguimiento noticioso, hoy por hoy es uno de los sectores populares más seguros de Coro, en parte consecuencia de «la justicia callejera», más allá del trabajo que, en medio de sus carencias, hacen funcionarios de los órganos de seguridad que no migraron.
En la urbanización Los Médanos de Coro existe una especie de «código penal» impuesto por quienes han establecido castigos para aquellos que cometen algún tipo de delito. De pocos capítulos y artículos, el código se resume a: «nadie roba, nadie hurta, nadie viola, nada se pierde, nadie sapea…»
Construida a través del proyecto Fundabarrios en el segundo gobierno del presidente Rafael Caldera (1994-1999), el urbanismo es conocido en el argot popular con ese nombre, pero en su partida de nacimiento es urbanización Los Médanos al oeste de Coro, extremo norte de la carretera Falcón-Zulia.
Fundabarrios o urbanización Los Médanos es el sector «más seguro de Coro» desde la implementación, discreta, del «código» que tiene su génesis en normas carcelarias; un código sin registros en papel, pero sin caducidad en la memoria de quienes saben que, meterse a robar a una bodega, cometer un hurto o algún tipo de delito, implica ponerse a las puertas del cementerio.
Más de allá del gobierno de calle, de sus consejos comunales o comunas, Fundabarrios tiene en paralelo el denominado «Carro», a personas que ejerciendo algún tipo de poder sobre el vivir o morir se han encargado de imponer penas inmediatas, nada que ver con los 45 días del código procesal penal tradicional. Así, sin el protocolo de los tribunales o jefatura de denuncias, imponen su ley.
Un joven herido en una pierna hace poco más de un mes y una joven herida en un pie, tuvieron algo en común: dijeron que nunca supieron de dónde vino el disparo ni quién se los efectuó. Refiere la fuente que eso es resultado del mencionado código, que a resumidas cuentas, prohíbe la delación, valga decir: «en boca cerrada no entran moscas».
Quien hable de más en Fundabarrios no solo pone en riesgo su vida; también la de su familia. Por eso, aunque en la urbanización nunca ha habido ni habrá semáforo, en el fondo, la vida transcurre guiada por un semáforo imaginario donde la regla básica es: mientras no se traguen la luz, nada pasará.
Ir en contra de las normas se paga con un tiro de advertencia en la mano o en un pie, cuya herida y posterior cicatriz marca la diferencia entre quienes viven apegados al código y quienes son del grupo de los manchados, como denominan al que lleva la cicatriz.
Cactus24// 11-04-2023
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