miércoles, diciembre 25, 2024
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El cuerpo habla lo que la mente calla

A veces las personas no encontramos las palabras para expresar nuestro dolor y a cambio lo hace nuestro cuerpo. No sabemos nombrar con exactitud qué nos ocurre para que el resto logre entendernos. Esta incapacidad para hacer coincidir nuestras palabras con las emociones se conoce en el campo de la psicología como alexitima.

Habitualmente, esta incapacidad tiene su origen en un sistema de comunicación familiar inexistente o deficitario. Muchas de las enfermedades de tipo psicosomático actuales nos dan una pista sobre las necesidades no cubiertas de la población: escucha, empatía, cariño.

Somatizar significa transformar un dolor emocional en otro físico, quizás por la incapacidad de expresar correctamente el primero. Una incapacidad que se debe entender y tratar como el origen de un problema que cumple una función: comunicar con el cuerpo lo que nuestra mente quiere expresar y nuestra voz no es capaz de reproducir.

Hay síntomas que duelen, molestan
No es de extrañar que en trastornos del estado de ánimo, como la depresión, se observen estados vegetativos, un cambio en el patrón de sueño habitual y muchas quejas somáticas: se está somatizando la tristeza.

Hay muchos tipos de depresiones, algunas se caracterizan porque el paciente adopta una actitud agresiva y otras porque se adopta una actitud pasiva. En ambas, no se comunica lo que se siente o no se comunica adecuadamente y esta sensación se transforma en malestar psicológico y físico.

El precio de ser fuerte a toda costa conduce a somatizar
Cuando no nos comunicamos, implícitamente asumimos que no seremos escuchados, que no contamos con las estrategias sociales para hacernos entender o que directamente seremos rechazados. En un mundo en el que se nos dice que ser fuerte es la cualidad de oro, nadie quiere llevar barrotes de hierro en sus pies.

Muchas de las personas no expresan su malestar porque no encuentran las palabras para ello o, simplemente, se les ha enseñado que de hacerlo “quedarán expuestos”. No culparemos de esto solo a padres o tutores, sino a la sociedad en general. Se nos enseña todo tipo de asignaturas, pero la asignatura de conocernos emocionalmente queda pendiente.

El resultado de esta idea es bastante evidente: evitamos expresar cómo nos sentimos y cuando queremos darnos cuenta ya no sabemos por qué nos sentimos mal.Tenemos una amnesia retrógrada que nos impide poder llegar a la verdadera raíz del problema, por qué duele tanto y de dónde viene.

  • Nos enfermamos de aquello que el cuerpo nos lo “permite” y es interesante poder aventurarnos a descifrar ese mensaje oculto que cada enfermedad tiene para decirnos.
  • Comparto con ustedes un texto sumamente interesante que llegó a mis manos hace tiempo atrás, para reflexionar sobre el tema.
  • El resfrío “chorrea” cuando el cuerpo no llora.
  • El dolor de garganta “tapona” cuando no es posible comunicar las aflicciones.
  • El estómago “arde” cuando las rabias no consiguen salir.
  • La diabetes “invade” cuando la soledad duele.
  • El cuerpo “engorda” cuando la insatisfacción aprieta.
  • El dolor de cabeza “deprime” cuando las dudas aumentan.
  • El corazón se “afloja” cuando el sentido de la vida parece terminar.
  • La “alergia” aparece cuando el perfeccionismo está intolerable.
  • Las uñas se “quiebran” cuando las defensas están amenazadas.
  • El pecho “aprieta” cuando el orgullo esclaviza.
  • La presión “sube” cuando el miedo aprisiona.
  • Las neurosis “paralizan” cuando el niño interior tiraniza.
  • La fiebre “calienta” cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.

Tus dolores “callados”. ¿Cómo “hablan” en tu cuerpo?

¡Hasta la próxima!

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