La filosofía como base analítica lógica constituye una contribución importante al logro y mantenimiento de un buen desenvolvimiento de la humanidad en sus diversos ámbitos, económico, político, social y general. Eso se pudo ver a principios del siglo XIX cuando el filósofo Kant analizando el proceso registrado, especialmente la Revolución Americana y la Revolución Francesa, anticipó el surgimiento de un nuevo orden internacional más pacífico. La humanidad debía seleccionar entre la paz de los sepulcros, o del «vasto cementerio de la raza humana», o a la paz de diseño razonado.
Para Kant la solución era el acuerdo entre una asociación de repúblicas dedicadas, por un lado, a terminar la hostilidad, y por otro lado, a una conducta nacional e internacional transparente. No se discute que ese nuevo orden mundial resultó ser uno inteligente y racional, pero como toda creación ”humana” imperfecto, algo que se aprecia fácilmente al observar las debilidades institucionales de la Organización de las Naciones Unidas, la cual parece inexistente con relación a la agresión de Rusia a Ucrania.
Hoy en día en forma similar también se confronta un mundo “complejo”, en esta caso agravado por la pandemia del COVID, la invasión de Rusia a Ucrania, los trastornos de la cadena de suministro, los numerosos casos de conflictos políticos en muchos países del mundo, del primer y del tercer mundo, incluyendo el que puede ser el más importante, Estados Unidos; la grave pérdida de un 50% del dinamismo de la economía del mundo de un 5,7% en 2021 a 2,9% en lo que va de 2022 respecto de lo que fue en 2021; y finalmente, lo que puede ser más grave, la inflación que campea por todo el planeta y el consecuente resultado del golpe severo de la estanflación.
La combinación de estanflación con recesión afecta gravemente la calidad de la economía mundial, y de esa forma la calidad de vida de la humanidad. Algo que quizás agrava aún más la situación vigente es el hecho de que no parece correcto achacar las muy dramáticas condiciones de vida a la política económica aplicada dado que la complejidad de esta problemática impide que la misma pueda ser derrotada con la aplicación exclusiva de la medicina económica. Se tiene que reconocer y aceptar la muy grave situación que muestra la economía mundial. Todavía no se terminan de realizar los cambios requeridos, y debe continuar planteándose el Nuevo Orden Mundial
No se puede incurrir en la equivocación fatal de descartar la utilización de la ciencia económica.
No se puede descartar la aplicación de políticas monetarias para fomentar la inversión controlando la inflación; fiscales en conjunción con otras financieras para equilibrar el saldo respectivo; cambiarias para preservar el comercio internacional. No se puede descuidar la evolución del dólar como divisa internacional.
Pero aún ello no es suficiente. En mi trabajo de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias Económicas, hace ya más de 20 años, se registró que el sistema debía graduar el impacto de la ciencia y la tecnología, y de los grupos y organizaciones no gubernamentales, a fin de que el individuo autónomo y la economía de mercado respeten y preserven el universo. En estrecha relación con lo anterior, se debe apreciar que el sentido trascendente de la vida tiene raíces no económicas con relaciones sociales, instituciones, prácticas sociales, organizaciones y leyes no reducibles a la economía, y con una lógica complementaria a la del mercado, y además que cumplir con la responsabilidad social, conlleva incluir conceptos como solidaridad, colaboración, fraternidad y gratuidad en las relaciones económicas., y al respecto es imperiosa la aplicación de medidas climáticas y sociales para contribuir a la mejor asignación de capital, a la mejor condición de igualdad, especialmente en el ámbito de mayor pobreza; y al mejor patrón de relaciones entre la sociedad civil y el estado, a la mejor democracia posible.
“Se plantean y se registran cambios cada tantos siglos. Vamos al abismo, pero hay conciencia de que se debe regresar. Es una oportunidad y es imperioso aprovecharla indicando y realizando los cambios civilizatorios profundos y de largo plazo, especialmente los que tienen que ver con comportamientos dañinos, tales como el lucro excesivo, el consumo excesivo, el placer del espectáculo y otros similares”