El otro día hablaba con una paciente que está pasando por un estado de bloqueo y me comentaba: «Estoy perdida, apática, no tengo ningún objetivo claro ni algo que me emocione conseguir, ¿para dónde ir si no sabes dónde quieres llegar?».
Qué familiar me resulta esto. Yo también he estado en esa situación en que desconoces lo que quieres y lo que puedes hacer. No sabes si tomar el camino a, el b, el c o no hacer nada. Sufres cierto embotamiento mental y además te falta de vitalidad y empuje para comprometerte con algo.
Este estado se puede definir en una palabra: bloqueo.
Cuando estás en una situación de bloqueo o estancamiento te sientes como atrapada en una tela de araña. Sin saber qué urgencia atender primero y (lo que es peor) sintiendo que hagas lo que hagas, no conseguirás liberarte. Esto te lleva a rendirte, a no hacer cambios que serían favorables en tu vida (porque crees que no servirán de nada) y vives con la esperanza de que un futuro benévolo, en vez de tus propios recursos, te saque de ahí… Qué daño hace confiar nuestra vida a los milagros.
Otras veces te bloqueas porque tienes que tomar una decisión y no sabes qué camino elegir. Te invade la desagradable sensación de que seguramente tomes el sendero equivocado… Y claro, sólo de pensar que hay un camino bueno y otros cuatro malos (que además no sabes cómo identificar) te lleva a sentir ansiedad y te paraliza por completo. Mejor no decidir que equivocarse, ¿verdad?
Si estás pasando por uno de estos períodos de indecisión o estancamiento, te recomiendo dos cosas:
La primera, que no te angusties, pues todas las etapas de la vida tienen su intención y quizás este bloqueo se convierta en una estupenda oportunidad para reorientar tu vida (las crisis son hermosas oportunidades para empezar de cero)
Y la segunda, que leas este artículo despacio y sigas a tu manera todos o alguno de los pasos.
¿Qué puedes hacer para salir de un bloqueo personal, profesional o creativo?
Aquí van mis sugerencias.
Paso 1. Empieza a MOVERTE, en el sentido físico y mental
Por definición, te sientes atrapada cuando crees que no te puedes mover, que no tienes alternativa… Pero en realidad ¡sí que puedes! Es una ilusión pensar que estás completamente inmóvil y sin posibilidades.
Es más, sugiero que lo primero que hagas cuando estés atravesando una situación de bloqueo sea esto: MOVERTE, en cualquier dirección y de cualquier manera (incluso aunque te equivoques).
El agua estancada se corrompe, se llena de bacterias y algas que la vuelven turbia. Lo mismo le ocurre a nuestra mente y a nuestro cuerpo. Si nos quedamos «fosilizados» en las mismas ideas que hace 30 años, si no cambiamos nuestra visión del mundo mientras que nuestras circunstancias sí han cambiado, nos volvemos turbios: nos llenamos de negrura, envidia, desesperación, resentimiento y malas ideas.
Para purificar el agua estancada lo primero que haríamos es hacer que circule, oxigenarla, ponerla en movimiento. Esto mismo podemos aplicarlo a nuestro cuerpo físico y a nuestras emociones: si estamos bloqueados, lo primero que debemos hacer es MOVERNOS.
¿Y a qué me refiero con esto? A mover el cuerpo, tambalear la mente, salir de casa, interaccionar con el mundo y encontrar otras realidades.
Como tan acertadamente expresa Gabrielle Roth en su libro «Mapas para el éxtasis»
Si se pone en movimiento la psique, ésta se cura sola. El enemigo es la inercia, sea de la energía del cuerpo, muros alrededor del corazón o actitudes fijas de la mente.
El movimiento es el remedio.
En la práctica, este acto de «ponerse en movimiento» puede ser:
– Salir a pasear, hacer manualidades, bailar, tocar el piano, fregar los platos o regar las plantas cada vez que te sientas en un estado de angustia, opresión e inmovilidad. No minusvalores el poder de mover el cuerpo a la hora de calmar la mente y el corazón.
– Leer libros de autoayuda o artículos que te hagan pensar de forma más amplia, que te inspiren, que «remuevan» tus ideas acerca de lo que es o no posible en tu vida.
– Ver películas, ir a museos o exposiciones, a la biblioteca, a restaurantes de comida rara y exótica. Es interesante buscar estímulos que te hagan salir de lo conocido, que te obliguen a ver la realidad de forma diferente
– Hablar con personas atrevidas, alocadas, muy diferentes a ti, que te lleven a lugares poco convencionales. Seguro que tienes un amiga que encaja en esta descripción ¡sugiérele un café hoy mismo!
Una vez que hayas movilizado tu cuerpo, tus ideas y tus emociones, es el momento de pasar al siguiente paso.
Paso 2. Comienza un nuevo hábito o pon estructura en tu día a día
Para disolver totalmente los bloqueos o la indecisión, no basta con movernos de forma caótica o hacer cualquier cosa. El paso 1 sólo es el impulso para pasar a una forma de actuar más enfocada.
Párate un momento y piensa: ¿Cómo saldrías de una telaraña gigante o de una zona llena de fango? ¿Te moverías para todos lados y sin orden, haciendo aspavientos con los brazos, la cabeza y los pies? ¿O más bien… seguirías una única dirección y perseverarías en el movimiento en esta línea? Aquí está la respuesta.
Para salir del estancamiento vital no hay nada más fácil y efectivo que adquirir un nuevo hábito. Y en este punto, no importa nada cuál sea el hábito elegido, sino el PROCESO continuado y enfocado que seguimos al construirlo.
Es decir, el secreto para desbloquear una mente confundida es comprometerse con un acción y ejercitarla en el tiempo. Puede ser hacer deporte, escribir, decorar la casa, anotar los sueños nocturnos o tejer diez minutos todos los días, no importa la actividad que elijas sino que seas constante en ella.
Porque el movimiento enfocado, continuo y paciente te saca del bloqueo. Y te nutre de la vitalidad que necesitas.
Si no sabes muy bien con qué hábito
Y en ese estado, se vuelve más fácil tomar decisiones que nos hagan avanzar en nuestros propósitos.
Paso 3. Hacer frente a los pensamientos limitantes y convertirlos en preguntas
Si has decidido moverte y posteriormente enfocarte en una actividad, es posible que vuelva la parálisis cuando te encuentres con alguno de estos pensamientos: «no puedo hacer esto», «no sé cómo hacerlo» o «no tengo tiempo/dinero».
Tenemos en la cabeza estas tres afirmaciones categóricas todo el tiempo: «no sé para dónde ir, por eso no actúo», «no puedo cambiar, es muy difícil, así que ni lo intento», «necesito más tiempo o dinero, ahora mismo no puedo hacer nada».
Podemos pasar días y días dándole vueltas a esos «no sé, no puedo, no tengo» sin llegar a ningún sitio porque estas afirmaciones nos meten en un bucle sin salida. O bien… podemos elegir transformar esas frases a preguntas y mira cómo cambia la cosa:
En vez de pensar «no puedo» lo paso a pregunta —–> ¿Y cómo SÍ podría? ¿Qué necesito para poder?
En vez de «no sé» —–> ¿Y qué puedo hacer para saber, para encontrar la respuesta?
En lugar de quedarte atascad@ en el «no tengo tiempo y/o dinero» pregúntate —-> ¿De qué forma podría conseguir más tiempo o más dinero? ¿Qué cosas puedo hacer o dejar de hacer?
Si te fijas, en el segundo caso nuestra mente se mueve espontáneamente a buscar una respuesta… ése es el gran poder de las preguntas. Lejos de mantenernos atrapados en un problema (el no sé/no puedo) las preguntas nos incitan a buscar alternativas y soluciones, ponen en movimiento nuestros recursos mentales.
Acostúmbrate a pasar tus afirmaciones negativas a preguntas, y de este modo haz que tu mente busque con entusiasmo nuevas alternativas, las que necesitas.
Paso 4. Busca el sentido espiritual del bloqueo
Hay una cosa más que puedes hacer cuando te encuentres en esa desagradable situación de parálisis y es: encontrarle el sentido. El sentido profundo o sentido espiritual, como más te guste llamarlo.
Tal vez este paso no te apetezca nada al inicio y está bien que así sea, por eso lo pongo en cuarto y último lugar. Pero cuando empieces a moverte, cuando comiences a enfocarte en un hábito y vayas superando los pensamientos limitantes, es hora de que pienses en la situación incómoda de bloqueo desesperanza que estás viviendo y que te preguntes: ¿y si está pasando por algo?
¿Y si esa apatía, esa desmotivación, esa confusión, ha ocurrido para ayudarte a encontrar una nueva manera de vivir, más alineada con lo que tú eres?
Encontrar el sentido a una situación requiere, antes de nada, analizar lo que nos ha conducido hasta ella. ¿Qué te ha llevado a ese bloqueo? ¿Has estado desconectada de tus verdaderos deseos? ¿Has vivido sin conciencia, sin reflexión, actuando de forma automática? ¿Te has dejado llevar por lo que querían otras personas o por ideas obsoletas? ¿Ha sido el miedo al fracaso tu gran saboteador, años y años? En definitiva, toca hacerse las preguntas:
¿Por qué estoy en este punto?
¿Qué acciones repetidas, quizás sin darme cuenta, me han traído hasta aquí?
En segundo lugar, encontrar el sentido o propósito espiritual de una experiencia supone extraer un aprendizaje de la misma. Es bien sabido que los momentos duros de la vida pueden contener las enseñanzas más hermosas. Aunque a nadie le gustan las circunstancias difíciles, cuando las atravesamos con conciencia es cuando más podemos crecer y aprender.
Tal vez este bloqueo te ha permitido redescubrir tu fuerza interior, necesaria para encarar nuevos retos. O quizás necesitabas pasar por un período oscuro para tratar a los demás con más humildad y compasión, pues hasta ahora eras esa persona «infalible» que no se equivocaba en nada y se ponía el mundo por montera, como se suele decir.
En definitiva, en este cuarto paso se trata de que te hagas la pregunta de «¿Por qué y para qué estoy viviendo esta situación?» y muy probablemente esto te tranquilice. Cuando las personas vemos un sentido a nuestras circunstancias, cuando vemos que quizás necesitábamos vivir esos momentos de duda y dificultad, nos sentimos mejor, más plenos y una lucecita se enciende al final del camino.
Resumiendo
Si verdaderamente te sientes agobiada, encadenada a una situación que no te gusta o con angustia porque no sabes qué dirección tomar, prueba a seguir estos pasos:
1. Empieza a moverte, como sea, empieza a desperezar tus miembros físicos y tus ideas mentales. En esta primera fase no hace falta que sigas ningún orden ni te preguntes nada, simplemente muévete.
- Ahora haz este movimiento más enfocado, dale una dirección determinada. Elige un hábito con el que puedas comprometerte durante un tiempo o bien pon reglas muy sencillas en tu día a día (horarios, límites, planificar actividades, etc) que te den estructura y orden.
- Cuando te asalten pensamientos paralizantes conviértelos en preguntas del tipo «¿cómo podría?» Por ejemplo: ¿Cómo podría tener más tiempo? ¿Cómo podría encontrar la respuesta? Pensar en forma de preguntas te dirige hacia la búsqueda de soluciones o alternativas, no te deja pensando en bucle sobre el problema.
4. Busca un sentido a la situación que estás viviendo, ¿qué puedes aprender de ello?. Cualquier experiencia dolorosa se puede convertir en algo trascendente y transformador si le encontramos un para qué, un propósito mucho más amplio dentro de nuestra vida. En este sentido:
Una situación de bloqueo puede ser una invitación hermosa a mirar la realidad de otra manera y replantearte si estás utilizando bien esta preciosa vida que tienes entre manos.
Sigue estos cuatro pasos y saldrás de ese sentimiento tan desagradable de sentirte atrapada porque ¿sabes?
En realidad no lo estás.
Puedes ponerte en movimiento desde hoy para llegar a otro lugar.
Pero tienes que poner tus ganas y tu compromiso para ello.
¡Ojalá aproveches estas indicaciones, mucho ánimo la vida es una sola!