Estados Unidos prohibió las compras de petróleo a Rusia, en una nueva escalada en la ofensiva de sanciones de la Casa Blanca contra Moscú por la invasión a Ucrania ordenada por el presidente Vladimir Putin.
La nueva represalia del gobierno de Joe Biden llega cuando la guerra en el este de Europa ha recrudecido en medio de los brutales ataques rusos, que han alcanzado a civiles, las principales ciudades y corredores humanitarios en Ucrania.
El cepo a las exportaciones de energía que impuso Washington a Rusia no fue acompañado por Europa, que depende del gas y el petróleo ruso, en la primera divergencia que muestra el frente occidental contra Putin. En 2021, Estados Unidos importó unos 700.000 barriles de petróleo por día desde Rusia, mientras que los europeos compran alrededor de 4,5 millones de barriles de petróleo diarios, indicó ayer la vocera presidencial, Jen Psaki.
La prohibición a las ventas de energía de Rusia impuesta por Biden representa una de las sanciones más duras contra Moscú desde el inicio de la guerra, y se suma al bloqueo de las reservas del Banco Central y la desconexión casi total del sistema financiero ruso de las transacciones internacionales. Las exportaciones de gas y petróleo generan casi la mitad de los ingresos de divisas de Rusia, y son la principal fuente de ingresos del presupuesto del Kremlin.
La nueva movida de Biden contra Moscú llega en medio de un creciente costo interno para la economía de Estados Unidos de la guerra en Ucrania y la ofensiva de sanciones contra Rusia.
Por la invasión de Rusia a Ucrania y el aumento en el valor del petróleo, el precio promedio de la nafta marcó el lunes un récord arriba de los 4 dólares, el impacto más notorio del conflicto en el día a día de los norteamericanos. La suba del crudo, y del paladio y el níquel –insumos industriales para autos, baterías, teléfonos y computadoras– o del trigo auguran precios más altos, alimentos y bienes más caros y más inflación, y ponen al gobierno de Biden ante nuevos dilemas para intentar amortiguar el impacto de la guerra en el país.
El petróleo ruso representa un desafío para Estados Unidos en medio la guerra en Ucrania.
Con las primeras subas de precios, Estados Unidos ha comenzado a sentir en carne propia el impacto de la invasión de Putin y la ola de sanciones que Occidente impuso en represalia a Moscú, y que implicó en los hechos desconectar a Rusia, la 11ª economía del mundo, del resto del planeta. Multinacionales como Apple, American Express, Exxon, Ford, Honda, IKEA, Samsung, Shell o UPS, por nombrar algunas, cortaron sus lazos con Rusia.
Economistas y el Fondo Monetario esperan que el aumento de los precios del petróleo –el lunes el crudo Brent llegó a superar los 130 dólares el barril, el nivel más alto desde 2008– y de los alimentos sumado a nuevos problemas en las cadenas globales de suministro terminarán por exacerbar la inflación, que ya ha tocado un máximo en los últimos 40 años.
La primera y más notoria muestra de esa nueva realidad la dio el precio de la gasolina, que marcó un récord el lunes: el valor promedio del galón de combustible subió a 4,104 dólares el galón, según el sitio GasBuddy, apenas por encima de la marca histórica anterior de mediados de 2008. Además de alcanzar un nuevo pico, la nafta tuvo la suba más fuerte de la historia durante la última semana, luego de que se desató el conflicto con Ucrania, cuando registró una suba de casi 50 centavos de dólar. El gobierno de Biden ya liberó parte de las reservas estratégicas de petróleo del país para contener la disparada.
“Ya hemos tomado medidas, el presidente ya ha tomado medidas, la liberación histórica de la reserva estratégica de petróleo, de manera coordinada. Y, claramente, continuaremos teniendo conversaciones con grandes productores y proveedores de petróleo de todo el mundo sobre cómo mitigar el impacto y considerar también opciones nacionales”, indicó ayer Psaki.
El impacto de la guerra en Ucrania y la ofensiva de sanciones de Occidente llevará inevitablemente al gobierno de Biden a enfrentar dilemas para amortiguar el impacto del conflicto en el país. Uno de esos dilemas es si la Casa Blanca alivia las sanciones a los regímenes al frente de otros países productores de petróleo, como Venezuela o Irán, o se acerca a Arabia Saudita para buscar alternativas para paliar el embargo petrolero a Rusia.
El gobierno de Biden ya abrió conversaciones con el régimen de Nicolás Maduro. La Casa Blanca confirmó que funcionarios norteamericanos viajaron el fin de semana a Caracas para discutir “una variedad de temas” con el régimen de Nicolás Maduro, indicó Psaki, entre ellos la “seguridad energética”.
Otro dilema es si alienta la producción de petróleo en Estados Unidos cuando su gobierno ha abogado por acelerar la transición a una economía verde y abandonar los combustibles fósiles. Biden recibió críticas de la derecha por enterrar el oleoducto Keystone XL desde Canadá a Texas, una decisión que varios republicanos le recordaron estos días.
Cactus24 08-03-22