domingo, mayo 5, 2024
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En el hospital de Coro la tenacidad de voluntarios llena de alegría a los niños con cáncer

Euse María Lamus de 35 años, natural de La Vela, municipio Colina, perdió a su sobrino. Un guerrero que luchó por su vida contra la leucemia durante tres años.

Tenía tan solo 6 años el pequeño cuando Euse vio como se apagó la luz de los ojos del pequeño guerrero. Desde entonces, tomó la decisión de ser voluntaria en el hospital de Coro para ayudar a los niños que padecen cáncer infantil. Una acción en honor a su pequeño sobrino que “la vida le colocó en el camino” —como ella misma lo describe.

Las sonrisas de los niños que llena de alegría la sala de hospitalización en el pediátrico de Coro es la fuente de toda la fortaleza que Euse María necesita para seguir extendiendo sus generosos brazos.

“Me motiva no dejarlos solos, poderlos apoyar incondicionalmente en todo lo que necesitan: en sus tratamientos, en sus exámenes, hasta con un beso y un abrazo”, expresa Euse, licenciada en educación.

La labor de Euse consiste en ayudar a canalizar algunos tratamientos, alimentos y exámenes según las posibilidades y contra todo el pronóstico que representa el sistema de salud publica en Venezuela. 

“Para mi hacer esto y ver la sonrisa que ellos expresan al momento de ver una ayuda en sus manos, es mi mayor satisfacción”, cuenta.

Reconoce que hacer sentir vivo y acompañado a un niño que batalla por una nueva oportunidad, es una lucha constante que va más allá de las efemérides contra el cáncer infantil. “Es día a día estar para ellos porque pasan y padecen muchas necesidades hoy”, manifiesta.

Fundaciones que apoyan

Euse es colaboradora para dos fundaciones: Manitos de Luz (Punto Fijo) y Grupo Welders Pipefitters de Venezuela. Dice que a través de las organizaciones el apoyo hacia los niños con cáncer es de hasta un 40%, según los resultados de las gestiones y las donaciones. Insiste que la sociedad no debe olvidar a los niños con cáncer. 

Euse no se queda con los brazos cruzados. No espera por una remesa para alguno de sus pequeños guerreros. Se convirtió en un canal para los familiares de los infantes y trata de hallar respuestas donde sea con el fin de conseguir los insumos que necesitan los pequeños para las quimioterapias.

“En algunos momentos los entes encargados le dan su apoyo, pero a veces no es suficiente porque sabemos la situación que padece hoy en día la situación en Venezuela”, argumenta.

Espera que con los años, organizaciones civiles, fundaciones, venezolanos en el exterior y habitantes de la ciudad de Coro sigan enviando donativos a los pacientes oncológicos. 

“Hay muchas necesidades, se hace lo humanamente posible para apoyarlos, hay otros pacientes que ameritan estudios de alto costo, es sumamente difícil pagar un estudio de 1.000 dólares”, dice con preocupación.

Mi amor lindo

El pequeño guerrero que encendió en el corazón de Euse el compromiso de ayudar a lo infantes con cáncer, le enseñó a ser una mujer más fuerte, a saber tomar decisiones y a  luchar pase lo que pase. 

“El siempre me mostró la mejor actitud, esas ganas de vivir, de luchar, de enfrentarse a la vida con inocencia a pesar del monstruo (cáncer) que estaba dentro en él”, dice.

Euse atesora en su corazón el amor de su sobrino al que califica de amor lindo. No olvida los episodios con mayor tenacidad del pequeño guerra dejándole a ella la lección más grande de su vida: sonreír pase lo que pase. 

Redacción Jhonattam Petit 

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