viernes, noviembre 22, 2024
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Venezolanas venden su cabello para poder comer en la frontera con Colombia

La venta de cabello en la frontera entre Venezuela y Colombia ocurre, al menos, desde el 2015. Aunque eran pocas las mujeres que realizaban esta práctica, en la actualidad es común para tener ingresos en medio de la crisis venezolana.

El corte de cabello dependiendo del largo, podría costar entre 200 a 250 mil pesos colombianos (55 a 60 dólares).

“Se compra cabello, se compra cabello”, dicen voces que resaltan entre la bulla habitual en la frontera entre Venezuela y Colombia. Aunque el paso de personas no es el común debido a la pandemia por Covid-19, la oferta de compra de cabelleras se mantiene vigente.

Después del ofrecimiento, viene la explicación de quienes se dedican a este negocio. “No se nota, eso es rápido. Te quitan el volumen si no quieres tener el pelo corto. Unos hilos de cabello y ya. Te pagan dependiendo de cuánto te dejes cortar”, dice un hombre, con acento venezolano, en el lado colombiano del puente internacional Simón Bolívar, que separa al estado Táchira del Departamento del Norte de Santander. Este ofrecimiento es general para todos quienes cruzan, hombres y mujeres.

Referente a ello, especialista alega que hay incidencia psicológica de la mujer ante esta práctica.

De acuerdo con Adriana Pérez, psicóloga, la venta de cabello no es una práctica fácil para cualquier persona. La necesidad económica es la protagonista en este tipo de casos y es el reflejo de la crisis que se sigue viviendo en Venezuela.

“No es fácil desprenderse de algo que es tuyo, que forma parte de ti. Porque no es una franela que te deja de quedar y desechas. Estamos hablando de algo con lo que has vivido prácticamente toda tu vida. Hay mujeres que dicen que para cerrar ciclos se cortan el cabello, pero esa es una decisión firme y personal, no una necesidad”, indica Pérez.

Considera que la conexión del cabello y las emociones es fuerte y de allí se pueden desencadenar sentimientos de tristeza intensos cuando se toma la decisión de cortarlo, por la razón que sea, sin querer hacerlo realmente.

“Estamos hablando de tener que acostumbrarte a verte de manera distinta, a pararte frente al espejo y encontrar a una persona que no estás acostumbrada a ver. A que en muchas oportunidades no te reconozcas por el cambio radical que debiste hacer”, precisó.

Aunque entiende que en el contexto de crisis que se vive en Venezuela, hay mujeres que recurren a estas prácticas para sobrevivir, recomienda que antes, durante y después se recurra a la ayuda de especialistas para que la tristeza o frustración sea canalizada y entendida de manera adecuada y no se convierta en problema de salud mental día a día, informa La Prensa del Táchira.

Cactus24 (22-11-2021)

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