Siete candidatos, en su mayoría conservadores, se disputan la Presidencia iraní en las elecciones del próximo 18 de junio, pero entre ellos sobresale sin duda el clérigo y jefe del Poder Judicial, Ebrahim Raisí.
El inicio de la carrera electoral no estuvo exento de polémica debido a que el Consejo de Guardianes, el órgano encargado de aprobar las candidaturas, rechazó a varios aspirantes destacados de los sectores reformista y moderado, como el expresidente del Parlamento Alí Lariyaní.
Esta medida allanó el camino a Raisí, quien no tiene contrincantes de peso para hacerle sombra en estos comicios, a los que no puede presentarse de nuevo el actual presidente, Hasan Rohaní, al haber agotado dos mandatos consecutivos.
Por ello, se espera su victoria salvo que haya sorpresas de última hora, que son, no obstante, habituales en las presidenciales de Irán. De hecho, Lariyaní se quejó hace dos días de su descalificación, pero el Consejo de Guardianes no le ofreció una aclaración.
EL FAVORITO
El principal candidato y favorito del sistema es un clérigo ultraconservador, aunque concurre a los comicios como «independiente», que ya intentó llegar a la Presidencia en las elecciones de 2017, en las que venció Rohaní.
Raisí quedó en segunda posición con un 38,5 % de los votos y dos años después, en 2019, fue nombrado jefe del Poder Judicial por el líder supremo de Irán, Alí Jameneí, a quien muchos analistas opinan que podría suceder en un futuro.
Con anterioridad, fue administrador fiduciario de la importante fundación Astan Quds Razavi, que gestiona el mausoleo del imán chií Reza en Mashad, ciudad en la que nació en 1960 en el seno de una familia religiosa.
Durante la campaña electoral, ha abogado por «un Irán fuerte» y por «una gestión eficiente» de los recursos y capacidades internas para lograr «un auge de la producción».
También ha prometido luchar contra la corrupción y apoyar a los jóvenes para mejorar su situación económica con medidas como la construcción de cuatro millones de viviendas, con las que pretende disminuir los altos precios.
Es el candidato que más mítines electorales ha realizado, aunque han sido muy limitados debido a las restricciones por la covid-19, y su imagen está más presente en los carteles de propaganda diseminados por Teherán.
EL CÍRCULO DEL ALA DURA
Acompañando a Raisí figuran otros cuatro candidatos del ala dura: Mohsen Rezaí, secretario del Consejo de Discernimiento y antiguo comandante de la Guardia Revolucionaria; Saíd Yalilí, quien fue secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional y negociador nuclear en el pasado, y los diputados Amirhosein Qazizadeh Hashemí y Alireza Zakaní.
Estos cuatro han dedicado parte de los debates electorales a intentar hundir a uno de los aspirantes moderados, el hasta hace poco gobernador del Banco Central Abdolnaser Hematí, quien les ha acusado de estar solo en la carrera electoral para apoyar a Raisí.
Y es que esa es una práctica habitual en las presidenciales de Irán, tanto en el sector conservador como reformista. Una serie de aspirantes se retiran en el último momento a favor del candidato del bloque con más posibilidades.
Esta posibilidad es plausible a juicio del analista político Ardeshir Pashang, del Centro de Estudios Estratégicos de Oriente Medio de Teherán, quien considera que Raisí es el candidato situado en «una mejor posición».
«Un número de los candidatos son ‘de cobertura’, incluidos Zakaní, Yalilí y Qazizadeh Hashemí. No parece que sean candidatos que en el último día vayan a competir contra el señor Raisí», apuntó a Efe el analista.
EL REDUCTO MODERADO
Únicamente dos de los siete candidatos que superaron la criba del Consejo de Guardianes pueden ser considerados moderados o reformista. Además del citado Hematí, el exvicepresidente Mohsen Mehralizadeh.
Ninguno de ellos ha logrado, sin embargo, el respaldo explícito del frente reformista, que ante la negativa a presentarse a las elecciones del ministro de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, eligió como candidato de referencia al primer vicepresidente Eshaq Yahangurí, pero fue vetado por el Consejo de Guardianes.
Hematí ha tratado durante la campaña electoral de hacer hincapié en su experiencia como economista pero muchos le ven como uno de los responsables de la crisis que atraviesa el país y de la drástica depreciación de la moneda iraní.
En opinión del analista Pashang, tanto Hematí como Mehralizadeh tienen «una menor influencia en la sociedad que los candidatos de la otra parte» y con la baja participación que se espera les será «mucho más difícil atraer votos».
Una baja participación electoral suele perjudicar al sector moderado, cuya habitual cantera de votantes está, además, desencantada tras ocho años de gobierno de Rohaní y será la principal ausente en los comicios. //EFE
Cactus24/14-06-2021