Con los hospitales al borde del colapso, Santiago de Chile inició este sábado su tercera cuarentena total desde que comenzó la crisis sanitaria por un agravamiento de la pandemia que no da tregua a pesar de que el país tiene una de las mayores tasas de vacunación del mundo.
Con las calles menos transitadas que en días normales, aunque con un mayor flujo de personas que en las anteriores cuarentenas, amaneció la capital, donde viven más de siete millones de personas, un 40 % de la población del país, que vuelve al encierro durante un período indefinido de tiempo.
«Queremos llamar a la responsabilidad de cada persona para respetar las medidas sanitarias. Si se les pide que cumplan las medidas, háganlo», rogó el ministro de Salud, Enrique Paris.
Todas las escuelas, los comercios no esenciales, la restauración estarán clausurados hasta nuevo aviso en los 52 municipios que integran la región, uno de los focos de la pandemia que ya estuvo en cuarentena total durante un mes el pasado abril y en 2020 durante ocho semanas.
Se trata de un confinamiento más laxo que los anteriores, puesto que quienes tengan el carné para vacunados, una medida reciente, podrán salir a hacer compras esenciales sin restricciones (el resto solo puede salir dos veces por semana).
En paralelo, el país celebrará este domingo la segunda vuelta de las elecciones regionales, para las que ya se estimaba una baja concurrencia a las urnas, pero que con el agravamiento de la crisis sanitaria se prevé aún menor.
Pese a que un 59,2 % de la población objetivo de Chile ha completado su esquema de vacunación contra la covid-19 y un 76 % ha obtenido una dosis, la ocupación de unidades de cuidados intensivos (UCI) se sitúa por encima del 95 %, lo que implica que solo quedan 180 camas críticas disponibles en todo el país y 40 en Santiago.
El país, que supera los 1,4 millones de contagios y 30.500 decesos, lleva semanas registrando alrededor de 7.000 casos diarios -7.624 en las últimas 24 horas-.
EL RETO DE VACUNAR A LOS REZAGADOS
Algunos expertos apuntan a la menor efectividad de la vacuna mayoritaria, la del laboratorio chino Sinovac, como una de las razones por las que todavía no bajan los casos. Solo evita un 65,3 % de los contagios, frente al 95 % de Pfizer/BioNTech o el 80 % de AstraZeneca, según un informe difundido por el Gobierno de Chile.
«Tenemos que esperar a que haya un 75 % u 80 % vacunado con dos dosis para lograr la inmunidad de rebaño, y aun así no sabremos si se logrará», explicó a Efe Nicolás Muena, virólogo de la Fundación Ciencia y Vida.
Las autoridades descartaron la circulación de la variante Delta y pusieron el foco en vacunar a los grupos rezagados, aquellos que, pese a ser llamados, no se inocularon y son en su mayoría menores de 39 años.
«A esa gente que se siente invulnerable, le digo que no es así. Pueden caer graves y fallecer», agregó Paris.
El país ha sellado contratos por unos 40 millones de dosis de diferentes laboratorios que permitirían vacunar dos veces a la población del país y ya ha programado para junio la vacunación de los niños de 12 a 17 años que recibirán la de Pfizer-BioNTech.
EMERGEN LAS CRÍTICAS
Algunos barrios capitalinos ya llevaban confinados casi dos meses, lo que hizo emerger críticas contra la nueva cuarentena en todo el espectro político y también entre los expertos, que apuntan a que los encierros deben ser más breves y más efectivos dado que por razones económicas y laborales cada vez se cumplen menos.
«No más cuarentenas. Siete de cada diez nuevos contagiados no se han vacunado y hay casi 3 millones de chilenos rezagados. Es urgente la ayuda para salud mental y apoyo a las pymes», tuiteó el diputado de derecha Tomás Fuentes (Renovación Nacional).
El país mantiene el toque de queda de 22.00 horas a 5.00 horas, las fronteras cerradas hasta el 30 de junio y diversas medidas restrictivas que han disparado los indicadores de salud mental y han supuesto el fin para miles de negocios que habían logrado sobrevivir al 2020, año en el que la economía cayó un 5,8 %.