jueves, diciembre 26, 2024
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Héroe de la pandemia en Chile: Médico falconiano lleva tres años separado de su familia

Llegó a Chile en busca de recursos que le permitan pagar la cesárea de su esposa y se transformó en el encargado de la unidad que atiende y le da seguimiento a los pacientes del virus en la comuna. Pero la burocracia  no le permiten obtener la documentación para llevar a sus hijas y a su compañera a Chile. Subió de peso, tiene depresión, pero le da cara a la enfermedad que golpea al mundo y su labor ha sido clave para que no se pierdan vidas. Esta es su historia.

Rafael Trompiz (44), el doctor a cargo de la Oficina Covid en Pucón definitivamente es uno de los héroes de la pandemia. Un inmigrante que  entrega a diario 12 ó 14 horas de su vida para ocuparse de los puconinos que enferman del virus Sars-Cov-2, causante de la pandemia que tiene al mundo en vilo desde hace más de un año. Trompiz es un héroe de la pandemia. Uno que está sin su familia. Uno que llora.

Rafael Trompiz accede a dar la entrevista para La Voz… (un medio local de Chile), y lo que se planteó inicialmente como una fuente de información para tomar el pulso a la evolución de la enfermedad en la comuna, se transformó rápidamente en la historia de vida de uno de los miles inmigrantes venezolanos que llegaron a Chile en busca de una mejora en sus condiciones.

El doctor cuenta que se casó al salir de la universidad con su novia Hainy Moreno y que tuvo su primera hija el 2006, pero que la decisión de salir la tomó con el segundo embarazo en 2018.

“Yo estaba trabajando como adjunto en la unidad de hemodiálisis de un hospital Hospital Universitario Alfredo Van Grieken de Coro,  cuenta el profesional nacido en  Falcón. Lo complejo era que el sueldo era ínfimo y le impedía —pese a su profesión— pagar el parto por cesárea de la hija que venía: “El problema principal de Venezuela fue el económico y eso generó un proceso social. Yo era médico, pero a mi no me alcanzaba para hacerle la cesárea a mi esposa y yo trabajaba en el mismo hospital, pero el hospital no tenía insumos. Entonces había que hacerle una cesárea, pero había que hacérsela privada y era en dólares. Un doctor  gana aqui tres dólares por mes (un poco menos que $2.500) y una cesárea sale US$1500 ($1.066.500) o US$2.000 ($1.422.000). No alcanzaba”.

Trompiz explica que esa es la principal razón de la inmigración. Simplemente la gente no tiene cómo vivir y se arriesga a todo con tal de salir de Venezuela. Y él lo vivió de esa forma.

“Tuve que emigrar para buscar el dinero y una vez ya teniendo el dinero y en conjunto con mi hermana que está en Aruba pudimos pagarle la cesárea a mi esposa”, recuerda y apunta que el objetivo secundario —luego del parto— era traerse a su familia a Chile. Pero eso ha sido más complejo. El doctor cuenta que para él venirse debió vender su auto y otras pertenencias para comprar pasajes y poder mantenerse en el país por un tiempo. Ya en Santiago y gracias a la invitación de un amigo y colega que ya estaba en Pucón Chile (Carlos Cotis) y trabajaba en el departamento de Salud local, decidió probar en la comuna. Pero como no tenía papeles para poder optar a un trabajo formal en su profesión, debió generar recursos haciendo clases de pintura y de ukelele. Es decir, tuvo que llevar sus hobbies a otro nivel, lo que le permitió comer y mantenerse por un tiempo.

“Estuve como dos meses en Santiago y luego me vine a Pucón porque era donde estaba mi amigo, quien era médico acá. Cuando ya estaba acá tuve que hacer clases de pintura y ukelele. Nada que ver con la medicina porque ni siquiera la cédula (de identidad) tenía. El rut recién me sale en diciembre de 2018 (ocho meses después de llegar a la zona). Soy pintor autodidacta y también estudié cuatro años música y por eso acá di clases de ukelele en algunas escuelas de Pucón”, recuerda.

El doctor relata que comenzó a trabajar en julio de 2018 la salud municipalizada y que las cosas comenzaron a irle mejor. Pero había un problema. Tenía que traer a su esposa y pese a ya tener los recursos para pagar los pasajes, la burocracia venezolana primero y luego la pandemia, le han impedido materializar el ansiado reencuentro.

Ante la consulta de qué pasó con su familia, Rafael Trompiz nuevamente se traba por la emoción y la entrevista debe parar. Tres años separado de su gente le han golpeado y más tarde reconocería una depresión que lo llevó a subir más de 60 kilos de peso. 

“La administración pública en Venezuela no es como la de acá. Acá uno va a sacar un pasaporte y llegas a donde están los pasaportes. Allá vas a sacar un pasaporte y no hay luz; vas a sacar un pasaporte y no hay papel; vas a sacar un pasaporte y hay 500 personas en la fila y dejan entrar a diez o la gente que trabaja en la oficina de pasaportes ese mes no va a trabajar porque no hay transporte para dirigirse al lugar de trabajo. Entonces en Venezuela no se puede hacer nada y al final terminas haciéndolo por un intermediario (mercado negro) que probablemente sea del gobierno y por ahí tiene una ‘mano negra’, pero te pide US$2000 para hacerlo”, dice.

“Llegué con 80 kilos y me entró una depresión y estoy pesando como 140. La depresión no es fácil y a veces me da por comer”, relata.

Aún así es el primero de la primera línea. Visita a diario a los pacientes golpeados por la enfermedad. En La Voz de Pucón se lee: “No hay una estadística de a cuántos esto les ha salvado la vida, pero los casos existen. Tal vez más de lo que se cree. Y a eso hay que sumarle que el doctor participó de una de las primeras unidades especializadas en el país de pesquisa y trazabilidad de casos. Es decir, el doctor inmigrante, desplazado y con la familia lejos, fue parte de un proyecto innovador en Chile y que, probablemente, le dio chances a la gente y permitió que algunas (quizás muchas) vidas no se pierdan en la pandemia”.(Infomación de La Voz de Pucón).

Cactus24/02-05-2021

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