jueves, diciembre 26, 2024
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Incertidumbre vivieron familiares de presos en el nuevo penal de Tocuyito en dos días de motín

Luzmer de Hurtado revisaba sus redes sociales. Así supo que había un motín en el Centro de Formación del Hombre Nuevo “El Libertador” en Tocuyito, Carabobo. Al leer la noticia, empezó a se ntir que le faltaba el aire. Que se estaba ahogando.

Era como si el covid-19 que está enfrentando ganaba terreno. En su cuarto, aislada, mira por su ventana el inclemente sol marabino. No deja de pensar.

– ¿Cómo estará Hirto? ¿Será que ha comido? ¿Se sentirá bien?

Hirto, su esposo, tal vez estaría protagonizando ese motín. No lo sabe. No está segura. De lo que sí está segura es que él ha bajado más de 40 kilos de peso durante el último año que lleva privado de libertad en el nuevo penal de Tocuyito, esa es la razón del alzamiento que los presos comunes mantienen desde la noche de este viernes. Es una realidad que viven en todas las cárceles venezolanas: se están muriendo de hambre.

Era la noche del 24 de octubre de 2017. Una comisión de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) llegó a Petrozamora, una filial de Pdvsa Occidente, y se llevó detenido a todo el personal de guardia. Los acusan de supuesto sabotaje. A Hirto, quien era un obrero aforador, también se lo llevaron. Entonces, no volvió más a casa.

A todos los trabajadores, 16 en total, los trasladaron desde Maracaibo a Tocuyito. Están incomunicados. Las visitas solo están permitidas una vez al mes, en condiciones normales. Durante la pandemia se suspendieron. En 2020, Luzmer solo vio a su esposo tres veces. Estaba mucho más delgado. Supo que la comida que le manda no le llega. Que la “paquetería” se la roban. Casi todos los exempleados de la filial son personas de la tercera edad. A Todos se les nota la extrema delgadez. Tres de ellos sufren de desnutrición severa. Incluso, un señor de casi 80 años.

Para el momento en que se llevaron preso a Hirto, hacía unos pocos meses que había nacido la hija que tiene en común con Luzmier: Alessandra. Fue un momento de felicidad para la familia, que se lo arrebató una orden de arriba. La niña, “Rapunzel”, como se autodenominó por su larga y rubia cabellera, crece con la idea de que papá no está porque trabaja mucho. Lo reconoce por unas viejas fotos que conservan en casa. Es como si viviera en un mundo de fantasías.

Luzmier o “Ariel”, como le dice su pequeña hija por su cabello rojizo, y queriendo emular a la protagonista de la película infantil de Disney “La Sirenita”, la saluda desde lejos. De vez en cuando la llevan a la casa para ver a su mamá. Se asoma por la ventana con una gran sonrisa capaz de aliviar cualquier síntoma:

– ¿Ariel, Ariel ya puedo pasar? ¿Me pongo el tapaboca?

Pero Luzmier responde con otra sonrisa para contener la tristeza. Su pequeña Rapunzel no está con mamá a causa de un mortal virus que ha acabado con la vida de 1.83 millones de personas alrededor del mundo. Tampoco está con su papá porque el Gobierno nacional lo encerró injustamente.

De acuerdo al Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), en el Centro de Formación del Hombre Nuevo en Tocuyito, los custodios –presuntamente- revenden la comida que llevan los familiares de los privados de libertad. Los presos tendrían más de tres meses sin comer carne o pollo. A diario solo consumen agua.

Familiares de los presos denunciaron al OVP que mil 500 unidades de pollo que fueron llevadas al recinto penitenciario antes de terminar el 2020, nunca llegaron a sus bocas y, supuestamente, son revendidos en 5 millones de bolívares por custodios y algunos presos con privilegios.

Hasta la mañana de este sábado, familiares no sabían nada de los presos. Ninguna autoridad salía para dar información. La incertidumbre se apoderaba del lugar porque entraran varios buses al penal y presumían que serían trasladados a otros centros penitenciarios. Caída la tarde, el hecho se materializó y más de 50 reos fueron sacados de traslados hacia distintos estados.

Mientras tanto, Luzmier está convencida que pronto, en ese cuento de la vida real, las princesas son las que rescatarán al príncipe de un malvado castillo que llaman prisión y serán felices para siempre. Y que el resto de los 15 presos políticos corran la misma suerte.

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