James Hamblin, profesor de la Universidad de Yale (Connecticut, EE.UU.), dejó de ducharse hace cinco años y se siente «perfectamente bien», según revela en una entrevista que concedió a la cadena británica BBC.
Este educador realizó el proceso de manera paulatina a partir de 2015: pasó de bañarse casi todos los días a reducir la frecuencia tanto de ese proceso como del uso de jabón, champú y desodorante.
En vez de aplicar dichos productos, Hamblin se deshace del sudor y la suciedad con cortos lavados: «me enjuago cuando lo necesito o cuando lo deseo, solo con agua», asegura.
Durante algún tiempo le preguntó a «colegas, amigos y personas que sabía serían honestas» para no molestar a nadie y hoy en día desprende un olor que a su esposa le gusta y para otras personas «no está mal».
Algunas personas asocian estar limpio con librarse de gérmenes y microbios, pero James Hamblin recuerda que nos acompañan siempre y no todos son malos, ya que ayudan a estabilizar los ecosistemas de la piel.
Hamblin tiene 37 años, es profesor de la escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale y es especialista en medicina preventiva.
También es uno de los periodistas de la revista estadounidense The Atlantic, en la que escribió: I Quit Showering, and Life Continued (Dejé de ducharme y la vida continuó).
«Pasamos dos años completos de nuestras vidas bañándonos. ¿Cuánto de ese tiempo (y dinero y agua) es un desperdicio?», dice el artículo publicado en 2016.
En cualquier caso, destaca que para mantener una higiene correcta sí resulta imprescindible lavarse las manos con jabón y cepillarse los dientes.