Un buen día, Roxana, se alistaba para salir. Mientras se vestía notó una inusual pelotica en su seno izquierdo. Se extrañó, pero también se alarmó y optó por buscar asistencia médica. Era 9 de septiembre de 2019 cuando los pasillos del oncológico Dr. Miguel Pérez Carreño, en Carabobo, nuevamente, eran escenario de una dura batalla que una familia estaba por enfrentar: ganarle al adenocarcinoma ductual infiltrante grado II. Un cáncer bastante agresivo.
La noticia devastó a Roxana. Se preguntaba, una y otra vez:
– ¿Por qué a mí?
– ¿Me voy a morir?
Sentía que su mundo se venía abajo. Su apoyo eran sus padres, con quienes se fue a vivir, junto a su esposo a Tocuyito. Una tarde preparaban el almuerzo y por la casa corría un fuerte olor a aliños, que Roxana no podía soportar y salió de la vivienda. Su madre quedó intrigada: Eso no parece estar asociado con el cáncer.
– ¿Roxana, qué te parece si te haces una prueba de embarazo?
Parecía no haber razón para la duda. Sin embargo, aceptó y fueron a un laboratorio en el barrio. Unas horas después, la mamá de Roxana regresó molesta con el resultado: positivo.
Después de más de dos años intentando tener un bebé, la noticia del embarazo de Roxana llegó casi de manera simultánea con la del cáncer. Las lágrimas cambiaron por felicidad y no tardó en dar la buena nueva al resto de la familia y amigos.
La llegada de un hijo es una bendición, sí, pero en medio de un cáncer que crecía aceleradamente, el embarazo se convirtió en motivo de discordia con sus padres, quienes hacían los tramites para que le practicaran un aborto. Roxana, estaba convencida de dar vida a lo que llevaba en su vientre y debió dejar su casa, por el rechazo a su decisión.
En su primera cita prenatal, la impresión fue mayor: aquí hay dos bebés, dice el ginecólogo. Ese fue el motivo que inspiró a Roxana a seguir la lucha contra el cáncer de mama. Sabía que era un riesgo para todos, pero se aferró a Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, cuenta.
En Valencia los oncólogos no se arriesgaban a tratar el cáncer. Roxana, no podía esperar. En Maracay sí se atrevieron y el 11 de marzo de 2020 comenzó el proceso de quimioterapias.
Ese día, Roxana, despertó muy temprano. Sentada en su cama le hablaba a los bebé: “Tengo que pasar por un tratamiento para que mami esté bien. Deben ser fuertes porque muy pronto vamos a estar juntos con papi”.
Luego de 38 semanas y 4 días, el 25 de mayo del 2020, Roxana conoció el verdadero amor, un gran motivo para luchar por la vida: Emanuel Jesús, pesó 3 kilos y midió 53 cm, y Santiago Jesús, de 2 kilos 800 gramos y 48 cm. Sus primogénitos nacieron tras una cesárea en la Maternidad Hugo Chávez.
Tener por primera vez en sus brazos a los morochos le parecía increíble. Verlos sanos fue maravilloso. Como un instinto, los bebés buscaron el pecho de Roxana para alimentarse, pero por recomendación médica le prohibieron hacerlo. Nuevamente les explicaba: “Por el tratamiento, mami no podrá amamantarlos, pero ya papi viene con la leche, mis príncipes”.
Roxana, recién cumplió 27 años, y los que faltan, para ver crecer y disfrutar cada etapa de crecimiento de los morochos. Espera por una cirugía pronto y, después de todo, ahora sus padres son unos abuelos “chochos”, dice.
Cactus24 (20/10/2020).