Las nubes altas de Venus contienen fosfina, un gas que en la Tierra solo se produce a nivel industrial o por microbios que prosperan en entornos libres de oxígeno.
Es el llamativo descubrimiento de un equipo internacional de astrónomos de cinco universidades, dirigido por la profesora Jane Greaves de la Universidad de Cardiff.
Los astrónomos han especulado durante décadas que las nubes altas en Venus podrían ofrecer un hogar para los microbios, que flotan libres de la superficie abrasadora, pero que aún necesitan tolerar una acidez muy alta. La detección de moléculas de fosfina, que consisten en hidrógeno y fósforo, podría apuntar a esta vida «aérea» extraterrestre. El nuevo descubrimiento se describe en un artículo publicado en Nature Astronomy.
El gas fue detectado mediante la observación de la atmósfera venusiana con la ayuda de dos radiotelescopios. «Podría proceder de procesos desconocidos de fotoquímica o geoquímica, o por analogía, de la producción biológica de fosfina en la Tierra, gracias a la presencia de vida», explica el estudio.
Este compuesto se halla también en planetas gigantes gaseosos del Sistema Solar, pero no es de origen biológico.
La presencia de fosfina, un compuesto altamente tóxico, no sorprende en la atmósfera infernal del segundo planeta más cercano al Sol, compuesta en un 97% de gas carbónico.
En su superficie, la temperatura es de un promedio de 470 ºC, con una presión más de 90 veces superior a la de la Tierra. Pero es en la espesa capa de nubes hiperácidas que cubren Venus hasta unos 60 km de altitud que el equipo de Greaves supone que se pueden hallar las moléculas.
«Ahí, las nubes son ‘templadas’, alrededor de 30 ºC», según el estudio, que no excluye que el gas se forme a una altitud más baja y caliente antes de elevarse.
Pero, ¿de dónde procede? Greaves, que confía en «haber tenido en cuenta todos los procesos susceptibles de explicar su presencia en la atmósfera de Venus» antes de descartarlos, cree que solo queda como hipótesis un proceso desconocido o una forma de vida.
En este último caso, «creemos que tendría un tamaño pequeño, para flotar libremente», explica la científica, cuyo estudio «insiste en que la detección de fosfina no supone una prueba robusta de vida, sino que solo constata una química anormal inexplicada».
Por ello Greaves y sus colegas abogan por una observación más precisa de este fenómeno, mediante un telescopio espacial o bien una nueva visita por sonda de Venus o de su atmósfera.
Cactus24/14-09-2020