Esta semana ha salido a la luz información sobre el atroz experimento que llevó a cabo el controvertido sexólogo y científico sexual de la Universidad de Hannover (Alemania), Helmut Kentler. El científico comenzó a entregar niños para que fueran adoptados por pedófilos en la década de 1970 y fue encubierto por las autoridades de educación y el Senado de Berlín Occidental a lo largo de 3 décadas. Según un nuevo informe publicado este lunes, esa práctica fue «aceptada, apoyada y defendida» por políticos y académicos de izquierda a lo largo de los años 70, 80 y 90 del siglo pasado.
Kentler defendía que «el contacto sexual entre niños y adultos no es dañino» e incluso, los pedófilos son particularmente adecuados como padres adoptivos. Según su postura, las relaciones sexuales entre niños y adultos era un acto legítimo y positivo para el desarrollo de los adolescentes. El sexólogo hizo pública su prueba piloto en varias ocasiones durante la década de 1980: en una revista de la izquierda, frente a miembros del Partido Demócrata Libre del Bundestag y en 1988 en un informe científico. El propio Kentler escribió en 1980 que solo ahora podía informar sobre el caso porque «los crímenes cometidos por todos los involucrados ya han prescito», recoge Taz.
En todas sus publicaciones, Kentler describió su proyecto como un éxito, en el que los niños, descritos por él como analfabetos que sufrían problemas mentales secundarios, lograron convertirse en personas independientes, que llevaron «una vida decente y discreta», «sin ni tan solo llegar a ser homosexuales». No obstante, el hecho de que los menores debían de someterse a relaciones más allá de las paternales con sus cuidadores, estaba muy claro para Kentler.
«Estaba claro para mí que los tres hombres hicieron tanto por ‘sus’ hijos principalmente porque tenían una relación sexual con ellos», escribió el científico en el informe oficial. «Pero no ejercieron ninguna presión sobre los niños, y tuve especial cuidado en mi supervisión de que los niños no se sintieran presionados», destaca RT.
Kentler comenzó su experimento en 1969 y tras obtener el permiso del Senado, el psicólogo empezó a transferir niños y adolescentes callejeros a padres adoptivos. Se descubrió que al menos tres hombres se hicieron con la custodia de los menores, contando algunos de ellos con antecedentes penales. Además, podían cobrar un subsidio estatal por hacerse cargo de los niños. «Me las arreglé para conseguir que el funcionario responsable del Senado hiciera esto», aseguró Kentler en una de las publicaciones.
¿Cómo logró hacerlo?
Helmut Kentler, nacido en 1928, era muy solicitado como científico educativo progresista. En el momento de su experimento, Kentler trabajaba como jefe de departamento en el Centro Pedagógico de Berlín, un laboratorio de reforma a nivel nacional. Asimismo, enseñó en el Centro de Estudio para el Trabajo Evangélico de la Juventud en Josefstal bávaro, trabajó allí con personas discapacitadas y sus familias, dio conferencias en academias evangélicas. Según los reportes, Kentler fue un ídolo educativo, no obstante, no parece que fuera la única razón por la que nadie se opuso a su perverso experimento, sino que, al contrario, le sirvió para recibir apoyo y encubrimiento.
«Cuando una niña de cinco o cinco años y medio comienza a desnudarte, es fantástico», anunció en voz alta Daniel Cohn-Bendit, miembro del Parlamento Europeo por el Partido Verde de Alemania durante un programa televisivo en 1982. Según él, para provocar a los espectadores. 2 años antes, su partido ya había intentado anular dos artículos del Código Penal que ilegalizaban los actos sexuales entre adultos y menores de 14 años. Asimismo, la intención fue apoyada por los grupos que estaban estrechamente alineados con el Partido Demócrata Libre (FDP, por sus siglas en alemán), recoge DW.
Los pedófilos no tenían ni miedo ni vergüenza de anunciar sus preferencias en público. Así, uno de los pedófilos más conocidos y activos de la época, Olaf Stuben, publicó en 1979 un artículo en el periódico Tageszeitung de la izquierda alemana titulado ‘I love boys’ (‘Amo a los niños’). En su columna, Stuben solicitaba una «revolución sexual» y se mostraba a favor de la legalización de las relaciones sexuales con niños, calificando la pedofilia de «un crimen sin víctima».