Para muchos hijos, papá es un héroe, pero para Noemí es más que eso: es su protector, su guía, su base, su amigo, su compañero de lucha y hasta su modelo. Por eso en este Día del Padre, queremos compartir su historia:
Hace poco más de 10 años Diego Petit apenas comenzaba su vida: entró a la Universidad y arrancó su carrera en medicina veterinaria en su natal Coro, estado Falcón. En esos días como estudiante recibió una de sus mejores noticias: ser papá.
La responsabilidad que ameritaba ser padre a los 20 años, lo obligó a dejar las aulas de clases para trabajar y dedicarse a la bebé que ya venía en camino. Noemí, la llamaron.
Aquella noticia le cambió la vida a Diego, sobre todo cuando se separó de la mamá de su pequeña Noemí y le tocó seguir criándola, solo, cuando apenas tenía meses de nacida.
«Si para ver feliz a mi hija tengo que hacer de todo, pues lo hago y sin pena», posteó Diego junto a una foto donde Noemí juega a maquillarlo. Desde hace más de un año, se enfrentan a un cáncer que hizo metástasis y que afecta a la niña de apenas 10 años.
Luchar contra el cáncer infantil es una batalla que no ha sido fácil, pero entre altas y bajas, Diego trata de dar todo por Noemí. La consiente, la acaricia, le toma de la mano, le compra lindos cintillos, la viste, le da de comer. «Lo único que no se es maquillar», bromea.
Diego tiene 30 años de edad, el último año lo ha pasado en una sala de hospital con su primogénita entre cirugías, inyecciones, dolor, y hasta soledad por estar lejos de su casa, en el Hospital de Niños Dr. Jesús García Coello en Judibana, a más de una hora de Los Claritos, donde viven en Coro.
Mientras tanto, Diego, papá de otro niño de 6 años que también está solo a su cargo, se aferra a Dios para ganarle a un gigante.
«No soy un padre perfecto, pero si soy el padre que día a día lucha con mi pequeña, a pesar de su recaída siempre estaré con ella».
