China prohíbe desde la medianoche de este viernes 27 de marzo del 2020 la entrada de extranjeros al país aunque tengan visados y permisos de residencia en regla, una controvertida medida que refuerza el blindaje del país para evitar una segunda oleada de covid-19 ante el continuo goteo de casos «importados».
En lo que va de la semana, estos casos han pasado de los 39 anunciados el lunes, a los 74 del martes, los 47 del miércoles, los 67 del jueves y los 54 de hoy. Alcanzan casi 600 en total.
A este anuncio se suman nuevos límites a los vuelos que los ciudadanos chinos podrán tomar para regresar a su país: las aerolíneas locales sólo podrán operar un único vuelo al extranjero a cada país por semana, mientras que las extranjeras solo podrán mantener una ruta aérea a China con un vuelo por semana, decretó anoche la Administración de Aviación Civil de China (CAAC).
La CAAC también pide a las aerolíneas que presenten solicitudes con anticipación para establecer sus rutas, y prevé «medidas más estrictas» en los vuelos entrantes y salientes del país.
El país ha vuelto a echar mano de una medida drástica para evitar el rebote, lo cual no deja de ser controvertido: el pasado 4 de febrero, cuando el coronavirus prácticamente sólo azotaba a China, la cartera de Asuntos Exteriores insistía en que el país podía controlar el brote y que no eran necesarias prohibiciones de entrada a otros países de ciudadanos chinos.
«La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dejado claro que no recomienda e incluso se opone a restricciones de viajes contra China», dijo entonces la portavoz de Exteriores Hua Chuying.
Esta cartera aseguró anoche que China se ha visto «obligada» a tomar este nuevo veto «a tenor de la situación del brote y las prácticas de otros países», aunque todo «se calibrará» en función de la situación.