Con una votación de 51 senadores republicanos a favor de no permitir que más testigos declaren en el juicio político (impeachment) a Donald Trump, frente a 47 demócratas y 2 senadores ‘rebeldes’ del partido del presidente, se abre paso la absolución del mandatario estadounidense.
En la práctica, el juicio político contra Donald Trump culminó luego que los republicanos impusieron su mayoría en el Senado para bloquear la presentación de nuevos testigos y evidencia que, según los demócratas, habrían servido para demostrar, sin atenuantes, que el mandatario merecía la destitución por abusar de su poder y obstruir la labor del Congreso.
Tras la sesión, los senadores de ambos partidos llegaron a un acuerdo para postergar hasta el próximo miércoles la sesión final en la que se realizará la votación para determinar si se condena o se absuelve al presidente Donald Trump.
Pero con la votación y dado que se requieren 67 votos a favor de su destitución, se daba por descontado que Trump permanecerá en la Casa Blanca al menos hasta noviembre, cuando los estadounidenses decidirán en las urnas si lo premian con cuatro años más.
Los republicanos impusieron su mayoría en el Senado para bloquear la presentación de nuevos testigos.
Si nunca se creyó que existían las dos terceras partes de los votos del Senado para condenarlo (los republicanos controlan 53 asientos y los demócratas 47), la oposición había puesto toda su energía en la necesidad de escuchar la versión de testigos que podrían haber convencido a algunos republicanos de la culpabilidad de Trump.
Los demócratas necesitaban que al menos cuatro republicanos se voltearan de bando para alcanzar la mayoría simple necesaria para convocar testigos y pretendían requerir cientos de documentos del Departamento de Estado, Defensa y la Casa Blanca, que Trump se ha negado a entregar y en donde se constataría su abuso. Al final solo lograron que dos senadores de este partido los acompañaran: Mitt Romney (Utah) y Susan Collins (Maine), ambos de corte moderado.