Jenny Bohórquez, no cabe de la emoción, sus ojos estallan de lágrimas de alegría al darse cuenta de que con tan solo tres años de haber emigrado a Bogotá, los conocimientos que adquirió durante años en el grupo académico Panadero Pastelero Gapp, en su querida Caracas, están ahora representados en varias bandejas de pan de jamón y golfeados que desde el 3 de diciembre de este año 2019, se exhiben en los estantes de las tiendas Carulla, una importante cadena de supermercados que en Colombia tiene más de 100 locales en todo el país en alianza con otras empresas multinacionales como Grupo Éxito.
“Para nosotros la llegada de Carulla fue una bendición porque ellos nos tocaron la puerta a nosotros. Recibí una llamada y me dije a mi misma esto es mentira…Jenny hace una pausa profunda en el pequeño espacio de su panadería El Ávila ubicada en el barrio Cedritos al noreste de la capital colombiana. “Me dijeron, estamos buscando productos venezolanos y sabemos que su producto es de referencia en Bogotá”. Bohórquez no podía creer lo que escuchaba. Su cuerpo se estremeció de emoción de pies a cabeza. Hace tres años no podía con el dolor que le causaba dejar Venezuela sus amigos, sus empleos, su casa y ser la última en abandonar el país. Hoy un pedacito de su país está en el corazón de 8 tiendas Carulla en Bogotá, ciudad que junto a Medellín Cartagena y Barranquilla son los puntos fuertes de esta cadena.
Jenny no para, nos atiende “quieren un tintico, agua…” no pierde el control de su negocio. Esta atenta a todo: como marcha la preparación de los panes, la comida, que le piden los clientes y sobre todo cumple eso en lo que nos dijo cree fielmente: “El emprendimiento implica muchos sacrificios son muchas horas de trabajo, es desde barrer el local, servir las mesas es, todo “. Sentencia sin dudas, que querer ser un emprendedor no lo es para mandar a todo el mundo, “tienes que amar el negocio, el local, cada detalle y trabajar todos los días hasta que llegue el momento que el negocio te va a decir, ok tomate un día de descanso.”
Para Jenny ese día aun no llega. Con la emoción a flor de piel nos sigue contando que la llamada por parte del personal de Carulla fue por las hallacas, un plato típico navideño de Venezuela muy parecido al tamal colombiano solo en su envoltorio con hojas de la mata de plátano y su elaboración con harina de maíz. Sin embargo, audaz como es, aprovecho la oportunidad para comentarle al equipo que “en su negocio también elaboran otros productos esencialmente vinculados con la panadería muy variada en sabores, texturas y tipos.
__Lo primero que me dijeron, luego de conocer los productos y probarlos fue que tenía que contar con mi registro Invima- asegura Bohórquez, quien se puso como tarea diaria investigar de qué se trataba dicho registro. “Mi tarea fue investigar que era Invima.Lleve mi cuaderno y me dirigí al instituto y anote lo que más pude”. Ella recuerda que durante cuatro meses cada semana iba de dos a tres veces para chequear y sacar los documentos requeridos. “El ultimo día cuando fui a introducir la carpeta para concluir el proceso, el funcionario me la devolvió cuatro veces. Me quede y allí mismo solucione los errores. Llegue a las 9 de la mañana y ya a las 3 de la tarde tenía en mis manos mi registro Invima”.
Que es Invima? Es el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, creado con el propósito de ejecutar políticas relacionadas con la vigilancia sanitaria y el control de calidad de todos los productos que puedan tener impacto en la salud individual o colectiva de los colombianos. Una vez cumplido el proceso la persona obtiene un registro(documento público) con el cual se le otorga la autorización, sea natural o jurídica para fabricar, importar, envasar, procesar y comercializar en Colombia cualquiera de los productos ya mencionados, sean estos producidos dentro o fuera del país. El objetivo es garantizar al cliente que lo que está consumiendo es de alta calidad.
Jenny esta súper feliz, como buena emprendedora que es sale siempre a chequear las ventas de su producto venezolano en los anaqueles de una de las tiendas ubicada en la calle 146 a muy pocos metros de su casa. Su sorpresa a solo dos días de colocar el producto fue mayúscula, pues toda la mercancía estaba vendida. De hecho al conversar con el gerente de la franquicia este la felicito “porque es todo un éxito”.
___Nos acaban de pedir el triple de pedido de pan de jamón y golfeados, pero me digo a mi misma que seamos prudentes. Quiero ir con cautela. Lo más emocionante de esto es la cantidad de venezolanos que ahora pueden comprar el producto en la tienda y no en mi casa o en la panadería.
Con el orgullo de ser venezolana afirma que para ella el que un colombiano le pregunte que es un golfeado, le explique y termine consumiendo el producto para finalmente decir que es una delicia “es algo realmente impactante porque es un pan dulce, de un rico sabor que trajimos de allá de Venezuela, y que te digan eso, es el mejor indicador de que estamos haciendo las cosas bien”.
Jenny Bohórquez es hija de padres colombianos creció queriendo y conociendo ambos países. “Este país me abrió las puertas hace 20 años, viví 3 años aquí, me case, y volví a Venezuela donde me formé. Pero Colombia siempre ha sido mi raíz imagínate tengo dos padres fantásticos” afirma emocionada.
Su padre, Ricardo Bohórquez, escucha atento la entrevista y también repasa su más de 70 años en Venezuela, dice sin titubeos: “Llegue a Aragua a casa de un hermano quien me oriento y me enseño su profesión de artes gráficas…fue tanto el amor y el apoyo que me brindaron los venezolanos que me nacionalice”
Bohórquez, dueño de la panadería El Ávila y socio de su hija tuvo una dilatada carrera como editor en varios impresos de circulación nacional en Venezuela, cuando se le pregunta que significa para el el país se emociona y contesta:” Venezuela es la experiencia, la fortaleza de emprender y lograr que mis hijos llegaran a estudiar en las mejores universidades del país. Allí crecí como profesional y llegue a tener varias propiedades incluso en la Colonia Tovar donde pensé iba a pasar los últimos días de mi vida, pues quería morir en ese país”
De hablar pausado Ricardo Bohórquez nunca se planteó regresar a su país natal y mucho menos que algún día pondría en práctica lo que su mama le enseño con mucho amor: la panadería,
__Fue un golpe muy fuerte tener que decidir regresar. Yo venía de trabajar en artes gráficas y estoy consciente que aquí en Colombia están los mejores. Así que a mi edad decidí dedicarme a la producción de pan con el apoyo de apoyo de la Cámara de Comercio de Bogotá, la Alcaldía y varias organizaciones, afirma.
Sin duda este experto en pan, pero también en sacar sonrisas a sus clientes le agradece a Dios y bendice a Venezuela en sus oraciones diarias por todo lo que le dio. Lo más importante sus hijos. “Recuerdo lo que mi mama siempre me decía cuando estaba en Venezuela “hijo no importa donde uno nace sino donde se lucha”.
Atrás quedaron los días difíciles, los días en que comprar un tinto, o si quiera pensar ir al cine descuadraba el presupuesto, pero aclara eso no significa que emprender una vez que se logra signifique siempre estar en alta. La clave, coinciden Jenny y su papa Ricardo, está en entender que no todos los días son iguales “que un día te va bien y el otro no, que un día la caja registradora se va en cero y otro es una bendición”
La paciencia, las ganas e insistir son los ingredientes que la familia Bohórquez, imprime a su negocio. Para ellos la Navidad llego temprano, fruto del empeño y las ganas que le han metido a su proyecto. Pero esta historia no acaba aquí a partir de este 9 de diciembre la hallaca también dirá “Si Presente Venezuela” en los anaqueles de Carulla.
Por Yasmin Velasco
CACTUS24 10-12-19