Denuncias, peleas, pedidos de expulsión del país. Los últimos incidentes ocurridos en Perú con, o contra, venezolanos han reavivado el debate sobre si la xenofobia comienza a extenderse en un territorio que en cuatro años ha recibido a más de 850.000 ciudadanos de esa nación.
Aunque los peruanos acogieron esa migración con los brazos abiertos y claras muestras de solidaridad, cuando esta se volvió masiva comenzaron a presentarse incidentes de todo tipo, centrados principalmente en casos de inseguridad ciudadana, la disputa de puestos laborales y el inevitable choque cultural.
Precisamente, el episodio más notorio de las últimas semanas resumió esos elementos y se presentó en un distrito de la región sureña de Cusco, cuyos representantes acordaron dar un plazo de dos meses a los venezolanos para que abandonen su jurisdicción.
Los dirigentes del distrito de Pichari, de unos 20.000 habitantes, buscaron justificarse en supuestas «conductas lascivas» y el incremento de los delitos en su localidad, aunque luego la alcaldía anunció que la drástica medida no será aplicada.
RECHAZO A LA DISCRIMINACIÓN
Al respecto, el adjunto para los Derechos Humanos y Personas con Discapacidad de la Defensoría del Pueblo, Percy Castillo, aseguró a Efe que estos son «actos de discriminación que merecen el absoluto rechazo» de su institución.
La Defensoría advierte que estos episodios se están «acentuando por razón de origen nacional», por lo que pide a las autoridades que tomen medidas para prevenirlos, y a los medios de comunicación que cambien el discurso que usan al presentar sus informaciones.
«Lo que estamos exigiendo es la absoluta mesura y respeto al principio de no discriminación, todos estamos en la lucha contra la criminalidad», enfatizó Castillo.
Aunque la Defensoría no cuenta con un registro de casos de xenofobia, porque estos por lo general no son denunciados, sí tiene información sobre incidentes en los que han participado autoridades y funcionarios públicos en localidades de Ica, Pisco, Junín o Lima.
¿ES PERÚ XENOFÓBICO?
Más allá de estos casos específicos y ante el aparente uso que hacen algunas autoridades del tema para soliviantar a la opinión pública, Castillo enfatizó que la Defensoría «no percibe» que la xenofobia «sea un asunto generalizado» en el país.
«Sí existe una presión en los estratos más pobres por los trabajos que desempeñan los migrantes, que están ocupando ese espacio, y esa competencia está provocando incidentes, pero ese no es afortunadamente en el Perú un sentimiento generalizado, los peruanos no se caracterizan por ello», remarcó.
En concordancia con esa opinión, Carlos Scull, el representante en Lima del líder opositor venezolano Juan Guaidó, aseguró a Efe que Perú «no es un país xenofóbico», pero «sí hay focos de discriminación y xenofobia».
Sostuvo que muchos de ellos han estado vinculados con la criminalidad, ya que «lamentablemente algunos ciudadanos venezolanos han cometido delitos», pero remarcó que «la gran mayoría es gente trabajadora que quiere salir adelante».
LO QUE OPINA UN VENEZOLANO
Desde su experiencia cotidiana, el caraqueño José Fernando Luna, un joven que limpia parabrisas de automóviles en las calles de Lima, señaló a Efe que la discriminación «es de todos los días».
«La mayoría sí discrimina mucho, más que todo también por las cosas que han pasado» explicó antes de añadir que el descuartizamiento de dos jóvenes en septiembre, a manos de una banda de venezolanos, influyó en el cambio de actitud de los peruanos.
«Desde que pasó lo de los chamos de Plaza Norte eso fue una locura, hay mucho resentimiento en realidad. Siempre va a haber al menos uno o dos en el día que te van a decir: vete a tu país, veneco de mierda», relató.
Luna sostuvo que, por ese motivo, muchos de sus compatriotas «se quieren ir para Medellín» o regresar a su país, una posición que él no comparte porque, a pesar de los experiencias que relata, en Lima puede estar «tranquilo», comer y comprarse sus «cositas».
LO QUE DICE EL RÉGIMEN DE MADURO
Enemistado con el Ejecutivo de Perú desde que este promovió la formación del Grupo de Lima en 2017, el régimen de Nicolás Maduro ha acusado directamente a las autoridades peruanas de fomentar la xenofobia contra los migrantes venezolanos.
Además, la situación en Pichari llevó a la pequeña representación que Maduro mantiene en la embajada de Venezuela en Perú, país que reconoce a Guaidó como presidente, a denunciar una vulneración de la Constitución peruana y de compromisos internacionales.
Manifestó, sin embargo, su «agradecimiento a las autoridades» de Perú «por el apoyo prestado» y su actuación conforme «con los principios de humanidad, solidaridad e inclusión», aunque solicitó «a las instancias competentes» que determinen a los responsables de promover «cualquier tipo de discriminación» hacia sus compatriotas.
LA OPINIÓN DEL REPRESENTANTE DE GUAIDÓ
Por su parte, Scull ya se reunió con el ministro peruano del Interior, Carlos Morán, para solicitar protección para sus compatriotas afectados por acciones de rechazo, en donde obtuvo el rechazo del Gobierno peruano a «toda práctica de xenofobia» en su país.
Ahora, Scull señaló a Efe que es clave que el 90 % de los venezolanos en Perú ha ingresado en la economía informal, lo que genera «muchas tensiones».
El representante de Guaidó consideró que «este tipo de situaciones se da por desinformación» y dijo que muchas de ellas se presentan en provincias, «donde la migración es completamente nueva» y faltan políticas para integrar a la comunidad venezolana.
«El Perú ha sido un país muy solidario, en el sentido de que ya hay 500.000 personas (venezolanos) que tienen permiso personal de permanencia o PTP; es el segundo país del mundo, después de Colombia, que ha recibido a más venezolanos», concluyó. EFE