El 22 de octubre Jhonny Barquero se despertó muy temprano porque tenía que cumplir con su quinto viaje para una reconocida ensambladora de electrodomésticos venezolana. El destino era Puerto La Cruz. Sería algo de ida y vuelta, a Mariara, al oriente de Carabobo, su pueblo natal. A las 3:30 am ya había encendido el motor del camión Isuzu con el que se ganaba la vida como conductor. Este traslado lo realizaría con un acompañante en particular: Jhosmael, su hijo de 16 años.
Ambos subieron al camión blanco y junto a Yoel Serven, el ayudante, tomaron la Autopista Regional del Centro rumbo a Puerto La Cruz. Jhonny tenía 37 años de edad y los últimos 15 los dedicó a trabajar como conductor de vehículos pesados. Esta era la primera vez que su hijo lo acompañaba a hacer un viaje.
Ya de vuelta, a eso de las 8:30 pm, Jhonny llamó por teléfono a su esposa para comunicarle que estaban en Caracas y que en un par de horas estaría en su casa, en Mariara. Pasaron las horas y no llegaron. Tampoco hubo otro contacto telefónico. Amaneció y aún no se sabía nada de los Barquero y Serven. La preocupación entró en escena y la familia comenzó a rodar entre conocidos y redes sociales, una imagen con fotografías de las tres personas, junto a un número celular por si «alguien» los había visto.
Pasaron 48 horas y nada. Ya se cumplía el tiempo pertinente para que el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) tomara la denuncia como personas desaparecidas. Los detectives de la dirección nacional de Investigaciones de Robo y Hurto de Vehículos en Quinta Crespo, Caracas, la recibieron. Desde hacía un tiempo ya habían admitido varias acusaciones similares de choferes desaparecidos bajo las mismas circunstancias. Supuestamente estaban trabajando en los casos, pero este, al parecer, sería el detonante de una serie de averiguaciones y profundo trabajo de campo que terminaron en el hallazgo de 11 cadáveres en un relleno sanitario en La Bonanza, Valles del Tuy.
Desde que los investigadores recibieron la denuncia de la desaparición de los dos hombres y el adolescente, empezaron a hacer indagaciones, allanamientos y a visitar algunas zonas, hasta que el 4 de noviembre un análisis de telefonía los llevó al vertedero. El teléfono, aparentemente, de uno de los Barquero abrió en ese lugar y los detectives comenzaron a escavar. La sorpresa fue mayor cuando se encontraron restos de humanos. Estaban carbonizados, excepto uno que estaba parcialmente. Se trataba de una persona de avanzada edad que vestía una chaqueta de color oscuro. Presumían que era Serven. Un cráneo pequeño hallado en la fosa les hacía pensar que pertenecía al jovencito. Un día después, luego de pruebas antropológicas, una noticia desbastó a ambas familias: La intuición de los funcionarios no falló y les confirmaron que tres de los cuerpos eran, Jhonny y Jhosmael Barquero y Serven.
Luego de 14 días de desaparición se supo dónde estuvieron los Barquero y su compañero: en manos de una banda del Tuy que se dedica a interceptar camiones para robarlos -presuntamente- bajo la figura de supuestos funcionarios del Cicpc. De manera extraoficial se conoció que cerca del lugar del hallazgo, en una zona enmontada, fue recuperada una camioneta Hilux blanca con logo alusivo al Cicpc, que sacaban únicamente para cazar a choferes y cometer sus crímenes.
A sus víctimas las asesinaban a disparos, en su mayoría en la cabeza, las prendían en fuego y arrojaban en la fosa en el vertedero. Ahora queda esperar por la identificación de las otras ocho personas.
Uno de los recuerdos más recientes que guarda la familia Barquero es una fotografía de Jhonny y Jhosmael el día de su acto de grado, en agosto pasado. El adolescente ya había comenzado sus estudios universitarios en educación. Se espera que este viernes entreguen los restos para que la familia les dé cristiana sepultura. Esa madrugada del 22 jamás pensaron que fuese su último viaje. Ahora, tomaran otro rumbo, esta vez a un lugar donde no exista la maldad ni piratas de carreteras.